La venda cae de los ojos

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Diana había llegado feliz a casa. Al contarles a sus padres y su hermano Andrés los pormenores de la sustentación, se sentían muy felices. Su mamá le decía:

-Te lo dije, mija, Dios siempre escucha mis oraciones.

-Es verdad, mami- Le respondió mientras la abrazaba-. Por eso siempre te pido que ores por mí.

Manuel la veía tan feliz. Y él era feliz. Se acercó a ella, tomó su cara con  sus manos y besó su frente. Le dijo:

-Siempre me haces sentir orgulloso de ti, mi Red Diana. Tus hermanos y tú son las bendiciones más grandes que podríamos tener.

El ambiente en la casa Heredia era festivo. Se reunieron en la sala de la casa y Andrés dirigió una oración dando gracias por la sustentación de Diana y el resultado de esta. El teléfono sonó y Diana contestó. Era Federico.

-Hola, mi animalito. 

-Hola, mi animalita. Recibí tu mensaje de texto, me siento muy feliz por ti, mi amor. Felicidades, no podía ser de otra manera. Y por eso, te tengo una sorpresa.

-¿En serio, amor?- Le preguntó emocionada-¿De qué se trata?

-Pasaré por ti a las 7:30, y ya verás.

Colgaron y miró su reloj. Eran las 6:30 de la tarde. Llegó a su cuarto y escogió un conjunto de minifalda y top de tirantes en color amarillo, sandalias planas doradas y se puso encima del conjunto un caftán en chiffon con estampados amarillos y verdes. A las 7:30, Federico pasaba por ella en un taxi. Mientras iban hacia el lugar de destino, ella le preguntó:

-¿A dónde vamos, Fede?

-A celebrar tu tesis laureada, amor. Le contestó con una sonrisa y luego la besó tiernamente.

Llegaron a una zona concurrida de la ciudad, llena de restaurantes y otros establecimientos. Uno de esos establecimientos era La Jungla, un establecimiento amplio en donde había un quiosco enorme que servía de pista de baile y alrededor habían mesas, y más atrás pequeños bohíos que servían de reservados, los cuales tenían una mesa y sofá. Era el sitio de moda en el momento, un restaurante bar que se había hecho famoso porque tenía música en vivo con los cantantes del momento y estaba lleno, conseguir una mesa era toda una proeza. Al llegar a la puerta, estaba un portero  con una lista y Federico se dirigió al portero:

-Tengo una reservación a nombre de Federico Vergara y señora.

El hombre revisaba la lista y Diana, con mirada divertida y emocionada le preguntó:

-¿Federico Vergara y señora?

-Claro que sí, mi animalita. Tú vas a ser la madre de mis hijos, vas a ser mi señora.

Ella se sentía muy feliz, y luego impresionada cuando fueron conducidos al bohío más lujoso del lugar, el cual tenía no solamente un comedor para dos, también un sofá con cojines, algo muy parecido a Las mil y una noches. Se sentaron en ese sofá y el mesero llegó con unos cocteles sin alcohol y unas entradas de camarones apanados.

-Amor, este lugar está hermoso- Le decía Diana emocionada. Lo besó dulcemente y le dijo:-Gracias, mi animalito.

-Te mereces lo mejor, mi animalita. Es una ocasión muy especial y había que  celebrar por todo lo alto.

-¿Cómo conseguiste reservación aquí?

-Ah, porque el dueño es cliente de nosotros y hace dos semanas le pedí que me reservara uno de los bohíos. Y me reservó este. Es uno de nuestros mejores clientes.

Fue una velada agradable, en la cual Diana le comentó los pormenores de la sustentación y quienes habían asistido. Cuando le contó que Juan Diego estaba allí, hizo mala cara y le dijo:

Mi cadeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora