De boca en boca.

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Cuando llegó a casa esa noche, se fue directo a su habitación. Ya no había nadie despierto, y sintió un gran alivio, no quería decir cómo le había ido. Mientras se cambiaba, vio sus brazos. Le habían quedado las marcas sangrantes de las uñas de Federico, en las mangas de su caftán había manchas de sangre. Los brazos le dolían, pero más le dolía el alma por todo lo que había sucedido. Pensaba en que, si le hubiera sido infiel, tal vez hubiera dolido menos que semejante desengaño, descubrir que era un auténtico patán de mierda y que estaba esperando en la sombra a que bajara la guardia; sin embargo, no pensó en que ella ya estaba curada de sus manipulaciones y pensaba que en verdad había cambiado. Porque Diana era una optimista, creía en que la gente podía cambiar para bien después de las malas experiencias, y eso pensaba de Federico, se imaginaba con él en un futuro con un hogar hermoso y próspero, pero esa noche le dejó muy clara las cosas con semejante manera de proceder. 

Al día siguiente se levantó a eso de las siete de la mañana. La verdad, había pasado mala noche, había llorado y el sueño fue bastante ligero. Se bañó, se puso un short y una camiseta holgada que cubriera los rasguños, los cuales estaban rodeados por los moretones producto del apretón de las manos de su exnovio cuando la zarandeó, un espectáculo espantoso en donde el cardenal de las marcas de las uñas contrastaba con los tonos verdosos y violáceos de las manos de Federico en sus brazos. Salió al patio a respirar un poco de aire, se sentía abrumada y se veía fatal. Al verse al espejo cuando se bañó, le parecía increíble que una decepción semejante pudiera causar semejante traumatismo en la persona de alguien; sus ojos estaban hinchados y tenía ojeras que su tono de piel no disimulaba del todo.
Su hermano Orlando estaba sentado en una mecedora, leyendo un libro. Apenas la vio, la saludó:

-Buenos días, hermanita. ¿Cómo te fue anoche en tu cita romántica?

-Ni te imaginas...

Orlando se detuvo a ver a su hermana. En menos de 24 horas, la apariencia radiante de su hermana había cambiado, de ser un rayo de luz que cegaba a cualquiera, reflejaba una especie de ocaso a su alrededor, esa luz se veía disminuida. 

- ¿Qué pasó, Diana? ¿Qué te hizo Federico?

Y lo preguntó porque él sabía del temperamento del joven. Federico era amigo de los hermanos de la joven, y hubo ocasiones en los que les tocó presenciar situaciones en donde sacaba ese lado fuerte. Y él también sabía que su hermana no se iba a dejar, cuando regresó con Federico, ya no era esa chica complaciente con él y estaba dispuesta a no ceder y a velar más por sí misma. 

Diana le contó lo que había sucedido, omitiendo las palabras fuertes y los maltratos que había recibido. Orlando la escuchaba atentamente y le tomó de la mano cuando a ella se le humedecieron los ojos. Podía ver cuánta tristeza había alrededor de su hermana y le abrazó. No se habían dado cuenta de que Andrés los había estado escuchando y se acercó y los abrazó. Se separaron y tomó la cara de su hermana y la miró a los ojos diciendo:

-Eres muy valiente, y te admiro por eso. Escogiste tu amor propio y eso es lo verdaderamente importante, porque al final del día, el que queda es uno mismo.

-Así es, hermanita- Le dijo Orlando-. Nadie puede pasar por encima de ti. Llora lo que tengas que llorar, tienes todo el derecho de hacerlo, porque sé cuánto lo has querido. Eso sí, levántate, sacúdete y sigue adelante, como siempre lo has hecho. Eres nuestra Red Diana.

Y así, Diana derramó las últimas lágrimas de amor por Federico en los brazos de sus hermanos, sintiendo como el calor de sus cuerpos la confortaba y le inyectaba el valor que necesitaba en medio de esa oscuridad. 

El sábado por la tarde, en los pasillos de la capilla se escuchaban rumores. De hecho, siempre habían existido, porque en ese Jardín del Edén siempre ha habido seres de lengua afiladas y bífidas buscando en quien deleitarse para sus chismes. La gente transmitía los mensajes ponzoñosos "duraron tanto tiempo de novios y ya ese vestido blanco no va", "se dejaron porque se dio cuenta que el exnovio se la seguía comiendo", "le abortó un bebé hace unos meses atrás, ¿no la viste más demacrada?" "yo pensé que era por la tesis, como la mamá dice que se la pasa estudiando". Los miembros se estaban dando un festín a costa del rumor que había empezado alguien, que le había escuchado a otra persona que había visto al hermano Vergara llorando con alguien en uno de los jardines de la capilla hacía una hora antes (¡qué conveniente!) y ya el rumor se estaba diseminando como si fuera un virus esparciéndose a través del aire o del contacto. Para el domingo, los miembros de la ciudad en sus capillas escuchaban el rumor y Federico había quedado como la "víctima" y en su capilla más de uno tenía a Diana satanizada. 

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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