Heavens (En Curso)

Capítulo 28

La mejor parte de un cumpleaños es cuando le gente insiste en darte regalos a pesar de que tú les dejas saber que no es necesario, y yo tengo que aceptar todo porque me encanta algo nuevo.

Me encontraba sentada a lado de mi portátil en mi cama mientras había demasiado papel de regalo y bolsas a mi alrededor, abría cada regalo que me dieron ayer, y ahora me encontraba debatiendo en abrir el regalo de Frank. Quería saber cómo diablos logró envolver esto, me parecía imposible adivinar. Entonces lo hice, deshice el moño haciendo un puchero mientras apartaba la tela de seda azul a los lados. Oh, mi cara expresó. Me encontré con una caja llena de tres libros, y aquello explicaba porqué pesaba tanto. Da Vinci, Monet, y Artemisia Gentileschi. Ojeé estos libros en la librería hace una semana, no los compré porque tenía un presupuesto, y ahora los tenía en mis manos. Él había disparado tres de mis pasatiempos con un disparo.

Alguien tocó mi puerta y coloqué las cosas en la caja nuevamente, gritando «adelante», y arreglando mi cabello. Se trataba de Sebas.

— ¿Estás lista? —sonrió, tomando asiento en mi cama, y despejando el lugar lleno de bolsas y papel.

Su mirada viajó a mi portátil, mis ojos se abrieron en sorpresa, y como si mi vida dependiera de ello, me lancé para poder cerrarlo. Claro, se me había olvidado cerrar mis pestañas.

— ¿Acaso me googleaste?

—¡No! Yo no... ¡No! Sólo tenía curiosidad por algunas cosas —bramé al intentar explicarme, fallando en el intento y haciendo que él soltara una carcajada. Mis mejillas ardían de nuevo, me levanté y coloqué todos mis regalos sobre mi escritorio—. No me odies, pero no pude dormir anoche de tan solo pensar en ti y en lo que me dijiste.

—Me halagas, googleadora, pero pudiste preguntarme —le doy una mirada dura, él aún me sonreía como si cantara victoria en algo—. Vamos, Grey, sabes que no puedo odiarte —se levanta para acercarse hacia mí y susurrar—: Especialmente después de lo de ayer.

—Okey... ¿ves la hora? Hay que irnos —me escapo de sus coqueteos y él ríe, sabiendo que provoca algo en mí que me pone nerviosa.

Eran las once de la mañana cuando colgué un bolso de mi hombro con algunas cosas que me resultarían necesarias, bajamos al primer piso, tomé prestada una pequeña cámara de Mark, y finalmente salimos de casa. Él tomó mi mano, ambos caminando tranquilamente por la acera mientras charlábamos de casi cualquier cosa.

—La verdad no tienes cara de Weiler —suelto al cruzar una calle. Ese era el apellido de su familia, y usaba Cooper porque es el apellido de su abuela, y porque es uno más común que no iba a despertar interés en nadie.

— Ah, ¿no? ¿Qué define si me parezco a mi apellido? Porque yo podría decir que cuando te conocí no tenías cara de Heaven.

—Simplemente tu apellido no encaja con tu rostro ahora que te he conocido por un año como Cooper.

—Entonces estás de suerte porque no tendrás que llamarme así.

Ambos tomamos el primer autobús que se cruzó en nuestro camino. Pagamos para viajar hacia Chinatown. Llegamos a Espresso Love para comprar café, y continuamos con nuestro recorrido por la calle State. Había edificios que parecían rascacielos desde donde nos encontrábamos, y era algo a lo que estaba acostumbrada, entonces sentía algo reconfortante en mí. Llegamos a un punto frente a un Banco de América donde había un monumento, casi en el centro de tres calles.

—Aquí sucedió la masacre de Boston en 1770 —leí de un panfleto que alguien dejó por ahí, caminando tomada del brazo de Sebas para evitar chocar con alguien. Por si no se han dado cuenta, soy una nerd cuando se trataba de historia, siempre fue mi materia favorita y aquello se reflejó demasiado en la preparatoria y en cómo decoraba mi habitación.