Capítulo Siete

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El equipo avanzaba por las calles desiertas, los sonidos de los zombies a sus espaldas acelerando su ritmo

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El equipo avanzaba por las calles desiertas, los sonidos de los zombies a sus espaldas acelerando su ritmo. Sanemi lideraba el grupo, buscando desesperadamente un lugar seguro. Finalmente, encontró un callejón que conducía a un supermercado. Con un gesto rápido, guió al grupo hacia allí.

Forzaron la puerta trasera del supermercado y entraron, cerrándola tras ellos y bloqueándola con estanterías para mayor seguridad. El interior del supermercado estaba oscuro y silencioso, con los pasillos llenos de productos que podrían ser útiles.

─Descansemos aquí esta noche ─dijo Sanemi, tratando de mantener la calma en el grupo─. Mañana podremos planear nuestro próximo movimiento.

Mientras todos se acomodaban, Shinobu comenzó a sentirse mal. Su estómago se revolvía y las náuseas la abrumaban. Intentó disimularlo, pero no pudo evitar inclinarse hacia adelante y vomitar en un rincón.

─Shinobu, ¿estás bien? ─preguntó Kanao, corriendo hacia su hermana.

Shinobu asintió débilmente, limpiándose la boca. ─Sí, solo un poco de estrés, supongo.

Sanemi se acercó preocupado, colocando una mano en su espalda. ─Deberías descansar. Mañana veremos cómo te sientes.

Shinobu asintió, tratando de sonreír, pero el malestar persistía.

Tres días después, el grupo había encontrado refugio en una casa abandonada. La situación de Shinobu no había mejorado; de hecho, parecía estar comiendo más de lo habitual, lo que agotaba rápidamente sus suministros.

─Iguro, vamos a buscar más comida ─dijo Sanemi, preparándose para salir─. Necesitamos más provisiones, especialmente para Shinobu.

Iguro asintió y ambos salieron en busca de suministros. Mientras recorrían las calles, encontraron una tienda pequeña con alimentos aún en buen estado. Recogieron todo lo que pudieron y regresaron a la casa.

Esa noche, mientras el grupo cenaba, Sanemi decidió hablar con Shinobu a solas. Se sentaron en una esquina de la sala, alejados de los demás.

─Shinobu, he notado que has estado comiendo más y que te sientes mal. ¿Estás segura de que es solo estrés? ─preguntó Sanemi con preocupación.

Shinobu suspiró, mirando a Sanemi. ─Sí, Sanemi. Este estrés me está afectando de formas que no puedo controlar. No te preocupes tanto.

Sanemi asintió, aunque la preocupación seguía latente en su mente. Decidió no presionarla más por el momento, pero no podía evitar sentir que había algo más detrás de su malestar.

La siguiente mañana, mientras todos se preparaban para otro día de supervivencia, Masachika no pudo evitar notar el comportamiento protector de Sanemi hacia Shinobu. Con una sonrisa traviesa, decidió aprovechar la oportunidad para molestarlo.

─Oye, Sanemi ─dijo Masachika en voz alta─, parece que vas a ser papá pronto. ¡Shinobu está comiendo por dos!

Sanemi se detuvo en seco, su expresión cambiando a una mezcla de sorpresa y preocupación. Conociendo el historial de su familia, donde todos eran conocidos por tener descendientes en cantidad y ser muy fértiles, la broma de Masachika lo hizo pensar seriamente.

─¿Qué quieres decir con eso? ─preguntó Sanemi, acercándose a su amigo.

Masachika rió, dándose cuenta de que Sanemi se lo estaba tomando en serio. ─Relájate, hombre. Solo estoy bromeando. Pero, ¿y si no lo estoy?

Sanemi miró a Shinobu, que estaba hablando con Kanao en ese momento. La preocupación en sus ojos era evidente.

Esa noche, Sanemi decidió hablar de nuevo con Shinobu, esta vez con más seriedad. Cuando finalmente estuvieron solos, se sentó junto a ella, tomando sus manos.

─Shinobu, sé que dijiste que es estrés, pero… ¿podría haber otra razón para que te sientas así? ─preguntó, su voz llena de incertidumbre.

Shinobu lo miró fijamente, dándose cuenta de la seriedad en sus ojos. No podía negar que había estado sintiéndose diferente últimamente, pero el caos a su alrededor la había mantenido distraída.

─No lo sé, Sanemi. No he tenido tiempo de pensar en eso. Pero si tienes razón, lo averiguaremos juntos ─dijo ella, intentando calmarlo y calmarse a sí misma.

Sanemi asintió, abrazándola con fuerza. Sin importar lo que el futuro les deparara, sabía que lo enfrentarían juntos.

A la mañana siguiente, Mitsuri y Kanao decidieron hacer una última revisión de suministros antes de partir de la casa abandonada. Sabían que necesitaban estar bien preparados para el viaje hacia la casa de Shinobu y, eventualmente, su escape de la ciudad.

─Vamos, Kanao. Asegurémonos de que no nos falte nada ─dijo Mitsuri, levantándose con determinación.

Kanao asintió y ambas comenzaron a revisar cada rincón de la casa, buscando cualquier cosa que pudiera ser útil. Encontraron algunas latas de comida, más agua y una caja de medicamentos que podrían necesitar en el camino.

─Creo que con esto estaremos bien por unos días más ─dijo Kanao, colocando las provisiones en una bolsa.

Mitsuri sonrió, satisfecha con su trabajo. ─Bien, avisemos a los demás. Es hora de seguir adelante.

Regresaron al grupo con los suministros, listas para enfrentar el próximo tramo de su peligroso viaje. La esperanza de llegar al auto de Shinobu y salir de la ciudad les daba la fuerza necesaria para continuar, a pesar de las incertidumbres que aún los rodeaban.

─Estamos listas ─anunció Mitsuri─. Podemos partir cuando quieran.

Sanemi, Shinobu y el resto del grupo asintieron, preparándose para el viaje. Con determinación y esperanza, se dispusieron a dejar atrás el refugio temporal y avanzar hacia su objetivo final, confiando en que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les presentara.

 Con determinación y esperanza, se dispusieron a dejar atrás el refugio temporal y avanzar hacia su objetivo final, confiando en que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les presentara

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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐧 𝐄𝐥 𝐀𝐩𝐨𝐜𝐚𝐥𝐢𝐩𝐬𝐢𝐬 || ˢʰᶤᶰᵒᵇᵘ ˣ ˢᵃᶰᵉᵐᶤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora