ENZO
La tomé de la cintura, pegándola a mí pecho. Sus respiraciones estaban sumamente agitadas y entrecortadas. Me satisfacía saber que ambos nos generamos el mismo placer.
Su mirada iba de mis ojos a mis labios, como deseandolos más y más. No voy a negar que yo también deseaba besar sus labios, pero quería que todo fuera rápido, no aguantaba ni un segundo más sin estar dentro de ella.
Me acerqué a su cuello, dejando húmedos besos en él.
Antonella tiraba su cabeza hacia atrás, facilitando mí trabajo. Sus manos se deslizaban por todo mí torso, rasguñando todo a su paso.
Amagó con alejarse pero se lo impedí, alzandola para sentarme en la cama con ella encima. Ahora sí estábamos más cómodos.
Sacó sus manos de mí anatomía para sacarse su remera dejándome ver sus pechos cubiertos por un corpiño de encaje negro. Mordí mí labio inferior al verlos. Mentiría si dijera que no soñé con esto.
Su cintura se veía hermosa en esta pose, sus muslos estaban levemente cubiertos por el short que traía, así que se levantó sacándose la prenda anteriormente nombradas.
Hecho esto se volvió a subir encima mío. Ahora sí.
Lo único que nos separaba el uno del otro era una fina tela de encaje, cosa que me ponía más impaciente aún.
Antonella se empezó a mover de atrás hacia adelante, estimulando a penas mí punto débil. Una sonrisa decoraba sus labios, los cuales estaban muy tentativos.
Nos di vuelta, quedando yo arriba de ella, y Antonella con sus piernas enredadas en mí cintura, aún con una sonrisa en su cara. Corrí la fina tela de su tanga negra, repasando con dos de mis dedos sus pliegues. Ella se curvó hacia atrás por el placer, y eso que no había hecho nada todavía.
Me acerqué a su rostro besando sus labios con picos, los cuales ella no respondía, ya que mis dedos seguían esparciendo sus fluidos. Sin avisar metí dos dígitos dentro de ellas, generando un gemido ahogado en ella.
El único ruido que había en esa habitación eran sus gemidos, con el ruido que hacían mis dedos al entrar y salir de su centro.
— Dios Enzo…— que ella gimiera mí nombre me ponía de todos los colores y de todas las formas menos tranquilas. Escuchar mí nombre saliendo de su boca de esa forma me prendía y mucho.
— Quiero que seas mía— susurré en su oído, ella trató de mirarme y se mordió su labio inferior. Se que lo quiere también.
Aumenté la velocidad de mis dedos, haciendo que Antonella se retorciera bajo mí tacto. Sus gemidos eran incapaces de controlar. Salían por sí solos y con una continuidad inimaginable para mí.
Cuando saqué mis dedos escuché un quejido que al instante se convirtió en gemido al sentir como entraba en ella.
No le dí ni dos segundos para que se acostumbrara al tamaño, estaba impaciente.
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PECADO | Enzo Fernández
FanfictionP| De mí te olvidas, de lo que te hice sentir no. ❞