PECADO | Enzo Fernández

OCHO

ANTONELLA

ME SENTÉ en la cama de mí hermana, con una sonrisa imposible de quitar de mí cara.

— Ay no, te juro Valen que fue totalmente hermoso— me recosté boca arriba con mis manos en mí cara—, como me agarraba, como me golpeaba, como me hablaba al oído todo— es medio “irónico” estar hablando de esto con ella, pero me podía descargar bien.

— Ay Antonella, parece como si te hubiese cogido otra persona boluda— reprimí una sonrisa. Si supieras quién fue esa otra persona, Valen.

— Es que no sé, me revolucionó todo el wacho ese te juro— me mordí el labio inferior recordando el ayer. Realmente la pasé increíble, como nunca antes.

Ningún pibe me pudo llegar a hacer sentir lo que Enzo. Él es diferente, el hecho de que sea todo prohibido me hace querer más y más todo el tiempo.

NADIE pudo revolver tanto mí cabeza de tal manera como lo había hecho Enzo. Nadie. Eso me asustaba, porque sé que “lo nuestro” nunca se iba a poder dar, y ya tener tanta dependencia emocional era tortuoso. Eso es lo peor de ser la otra.

— Le tengo que dar un premio a Lisandro, me parece, nunca te ví tan…así.

— El premio a la mejor pija del condado dale.

— ¿A quién?¿A mí? Obvio— se entrometió Enzo, generando mí carcajada.

— A vos no. A vos te tendrían que dar el premio al más pelotudo de todo Inglaterra— lo rebajé viéndolo detenidamente. Que hombre mamá.

Valentina me dió un leve golpe en mí hombro, causando mí risa, pero no la de Enzo.

Ví como Enzo se acercaba a mí con una expresión sería, viendo mí cuello.

— Fa, ¿Tan bien te cogió Lisandro que te dejó así?— me guiño el ojo disimuladamente, me tuve que abstener a soltar una risa.

— Sí, ¿Querés saber más? Cabeza de chota.

— No, dejala ahí no más, monita.

Se fue por la puerta riendo y cantando quien sabe que canción.

— Es tremendo estúpido tu novio.

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