VEINTISÉIS

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MARATÓN 2/5

ECOS DE AMOR — Jesse & Joy

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ECOS DE AMOR — Jesse & Joy

❝  Ya están desgastadas

todas esas palabras

lo que queda entre tú y yo

no le alcanza al corazón

y desde mi pecho

suena tu recuerdo

todo lo que fue de los dos

Son ecos de amor




















NARRADOR OMNISCIENTE

ANTONELLA SE quedó congelada. Escuchar esa voz nuevamente le puso todos los pelos de punta. Sintió como su corazón palpitaba mucho más rápido que antes. Las imágenes de aquéllos días cuando todo estaba bien volvían a su mente. Imágenes cuando Enzo dormía en el pecho de Antonella, con su respiración tranquila, y sin nadie que los juzgue.
Los ojos de Antonella se cristalizaron al sentir la mano de Enzo tomar la de ella.

Enzo sacando fuerzas de donde ni él sabía, la dió vuelta y la miró a los ojos, viendo como éstos estaban completamente cristalizados por las lágrimas que ella estaba intentando contener. Esto rompió mucho más a Enzo, sabía que hablar con ella era arriesgarse a lo peor, pero él estaba dispuesto a arriesgar todo para poder escuchar su voz una vez más.

— Por favor, vení conmigo, necesito hablar con vos— Antonella dudó algunos en aceptar lo que le había propuesto Enzo, pero al final, los ojos oscuros del morocho la cegaron, y terminó asintiendo.

Ambos se dirigieron a un baño que estaba aparte de todo. El baño no era tan chico, pero lo suficiente como para que ambos pudieran hablar tranquilamente.

Antonella se subió al tocador de ese baño, y Enzo se colocó algunos pasos adelante de ella. Mantenían la distancia, pero Enzo estaba loco por acercarse a ella para decirle todo, pero no con palabras.

— Anto…sé que es tonto estar hablando de nuevo, pero ya no puedo esconder lo que siento. Cada vez que te veo con Leandro recuerdo como te perdí, como te deje ir, como te dejé sola con todo el peso que tenías sobre vos, y me arrepiento cada día más de eso. Me arrepiento de no haber cumplido todo lo que te prometí, me arrepiento de dejarte ahí con los sentimientos inconclusos. Es mi culpa haberte perdido, y lo sé muy bien. Pero ya no aguanto más— Enzo la miró fijamente a los ojos, buscando algún rastro de que ella se sentía igual que él, pero no lo encontraba—. Debí no haberte dejado sola cuando me pediste que lo hiciera, debí haber dejado todo para que nosotros estuviéramos felices, pero soy un pelotudo que arruina todo, un pelotudo que perdió a la mujer de su vida por un capricho.

Antonella lo miraba con una mezcla de tristeza y decepción en sus ojos. No quería admitirlo, pero verlo a Enzo en ese estado la rompía en mil pedazos. No le gustaba verlo llorar, le recordaba a tiempos lejanos cuando Antonella se quedaba con él llorando en la plaza porque no lo habían aceptado en algún club. Se quedaba con él cuando trabajaba en un call center, dando todo para que él si pudiera cumplir sus sueños, aunque el destino tenía caminos distintos para ambos.

PECADO      | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora