VEINTIDÓS

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SAD — KHEA

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SAD — KHEA

Se que me equivoqué

que otra vez fallé









NARRADOR OMNISCIENTE

ENZO SEGUÍA sentado en la sala de espera, sin poder sacarse de la cabeza el caos que él mismo había desatado. El peso de la culpa lo aplastaba, como si cada segundo que pasaba hiciera más difícil respirar. Era consciente de que ya no había vuelta atrás. Había roto todo, y lo peor era que Antonella estaba pagando el precio más alto.

Miró sus manos nuevamente. Temblaban sin control, como si su cuerpo reflejara el terremoto emocional que lo atravesaba por dentro. Intentó levantarse, pero las piernas no le respondían. Se sentía atrapado en ese lugar, en esa sala de espera que lo sofocaba, esperando noticias que parecían no llegar nunca.

❝¿Qué carajo hice?❞, volvió a preguntarse, sin poder encontrar respuesta. Cada decisión que había tomado en los últimos meses había sido un error tras otro, y ahora, en lugar de enfrentar las consecuencias como un hombre, solo deseaba poder escapar de todo. Pero no podía. Todo lo que alguna vez había querido se estaba desmoronando delante de sus ojos, y no había forma de detenerlo.

El sonido de unos pasos lo hizo levantar la mirada. Cristian estaba volviendo hacia él. Su rostro reflejaba la misma mezcla de enojo y cansancio que Enzo había visto antes. El cordobés se acercó despacio, como si no quisiera darle el gusto de hacerle compañía, pero al mismo tiempo no podía dejarlo solo. Finalmente, se paró frente a él, con los brazos cruzados.

—¿Qué mierda te pasó, Enzo?— preguntó Cristian, con la voz cargada de decepción— ¿En qué momento te convertiste en esto?

Enzo lo miró, pero no encontró palabras. ¿Qué podía decir? ¿Qué explicación podía darle a su amigo después de haber traicionado a la persona que lo amaba y haber lastimado a otra hasta el punto de dejarla peleando por su vida?

— No sé, Cristian…— respondió al fin, con la voz ahogada por la culpa— No sé cómo llegué hasta acá. Todo se me fue de las manos.

Cristian lo miró un momento, evaluando sus palabras. Sabía que su amigo estaba arrepentido, pero también sabía que el daño ya estaba hecho. Y por más arrepentimiento que mostrara, las consecuencias no iban a desaparecer.

— Te fuiste a la mierda, Enzo. Antonella está ahí, internada, y vos estás acá...— Cristian respiró profundo, como si le costara seguir hablando— No podés pretender que esto se arregle así nomás, como si nada.

— Ya sé, ya sé…— repitió Enzo, apoyando la cabeza entre las manos otra vez— Pero no sé qué hacer, boludo. Todo lo que toqué, lo arruiné. Valentina…Antonella…no sé cómo arreglarlo.

— No podés, Enzo. No podés arreglar esto— Cristian negó con la cabeza—. Ya la cagaste demasiado, y ahora tenés que hacerte cargo.

Enzo levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas. Sabía que Cristian tenía razón, pero la realidad lo aplastaba como una carga imposible de soportar.

PECADO      | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora