TRECE

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I’ AM — MILO J

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I’ AM — MILO J

Me estoy haciendo el tonto pa’
no ir a buscarte.

Deja secuelas el no encontrarse.

Estoy peor de lo que vos pensaste,
por dejarte


















NARRADOR OMNISCIENTE

16 de junio de 2024, Atlanta.




ANTONELLA BAJABA del avión con una sonrisa de oreja a oreja. Ya habían aterrizado en Atlanta, donde la selección argentina jugaría su primer partido contra el ganador de los play-off, Canadá.

Detrás de ella bajaba Lisandro, con el que estuvo compartiendo mucho tiempo —por no decir todo el tiempo— durante estos últimos dos meses.
Si bien no eran algo oficial, se querían demasiado, y lo demostraban en redes cada que querían, dando mucho de qué hablar.

Por otro lado, estaba Enzo, bajando con Valentina tomada de su mano. Porque sí, volvieron después de una intensa insistencia de parte de Valentina, tanto que Enzo le dió otra oportunidad más.





17 de junio de 2024, Atlanta.
10:17 AM



El sol pegaba fuertemente sobre el campo de entrenamiento de la selección argentina, el cual, estaba cargado de buena onda, risas, y mucha alegría. Aunque…cierta tensión se sentía en el aire.

Scaloni y Aimar dividieron a los jugadores en dos equipos, algo casual de una práctica, dejando a Enzo de un lado, y Lisandro del otro.

Enzo recibe la pelota con un gran cambio de Mac Allister. En cuanto la pelota vino a sus pies, dirigió sus ojos al centro de la cancha, viendo quién podía cabecear en todo caso de que tirara un centro.
Pero lo único que vio es a Lisandro dándole una dura entrada que lo levantó del suelo, cayendo duramente en este.

Lisandro aprovechó está posición, inclinándose hacia él con una sonrisa cínica.

— No te hagas el boludo, Enzo. Sabes dónde te estás metiendo y no te importa. Déjate de joder con Antonella porque si no la próxima va a ser peor— escupió Lisandro con cierto veneno en sus palabras.

Enzo en vez de quedarse tirado, se levantó rápidamente, haciéndole frente a Lisandro, quién estaba con una mueca de burla.

— ¿Ah sí?¿ y qué pasa si la sigo jodiendo?¿vas a seguir dándome pataditas suaves?— Lisandro se rió irónicamente antes sus palabras— A mí no me jodas, sabés bien que afuera de la cancha el que gana soy yo.

— ¿Tan confiado estás?¿vas a seguir ganando si le digo todo a Valentina?— Enzo se quedó perplejo ante sus palabras, quedándose sin respuesta al escuchar el silbato de Scaloni.

PECADO      | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora