NUEVE

4.8K 282 33
                                    

ENZO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ENZO

APRETÉ EL volante con fuerza. Tenía mucha impotencia y enojo, quería saber con quién mierda estaba Valentina.

Apenas Antonella me dijo que “siga cogiendo con Valentina” un nudo se formó en mí estómago. Yo estaba con unos amigos en un bar, cómo iba a ser yo el que estuviera cogiendo con ella?
Salí disparado de ese bar, metí una excusa tremenda que ni yo sé cómo me creyeron.

A ciento veinte por la avenida resonaba en mí cabeza. Miraba el tablero y sí, iba a 120km, igualmente no había nadie.

Dejé el auto estacionado a unas cuadras de casa, no me iba a arriesgar a estacionarlo justo frente a casa.
Me pegué un pique bastante rápido hasta casa, abriendo la puerta despacio para que no escucharan.

Apenas entré ya se escuchaban sonidos medios…extraños provenientes de nuestra pieza.
Subí lo más despacio que pude sin hacer ningún tipo de ruido.
Pegué mí oreja a la puerta de la habitación, escuchando como la cama pegaba contra la pared.

En ese momento cerré mis ojos con fuerza. Le dí todo, hasta cuernos, y así me paga.

No esperé un segundo más y abrí esa bendita puerta.

Ahí ví lo que menos me esperaba, y lo que menos quería ver en ese momento.

Rodrigo y la puta bien que te parió.

— Que mierda…— me quedé congelado frente a ellos dos tratando de taparse su cuerpo con las sábanas.

— En-enzo que haces acá?— se le notaba el nerviosismo en la voz de Valentina—, v-vos no llegabas tarde?

— ¿Qué tiene que ver eso? No puedo creerlo en serio— mire con cierta decepción a Valentina—, y vos la concha de tu madre— agarré del cuerpo a mí propio hermano—, justo con ella te vas a meter? La puta bien que te parió— escupí con una bronca que no se podía esconder. Me pagaron con la misma moneda, y eso me dolía.

— Disculpa h-hermano.

Solté una risa falsa— Hermano mí chota. Sos un traika de mierda. Me dijiste que no lo ibas a hacer más y acá te encuentro con esta.

— Cómo que no lo iba a hacer más?...vos sabes de…

— Sí, sí sé Valentina. Sé que ustedes dos se chaparrón en el boliche hace unos años— solté a Rodrigo y este cayó sentado en la cama—. Te la dejé pasar solamente por Olivia. Pero ni por tu propia hija pudiste dejar de hacer lo que hiciste…

— ¡¿Y vos?!, ¡Dios sabrá a cuántos gatos te habrás comido!— asentí, curvando mis labios hacia abajo.

— No te justifica. Te metiste con mí hermano, Valentina, con mí hermano— me apoyé en el marco de la puerta con una sonrisa, pero realmente estaba dolido—, qué esperan? Cambiense que se van de mí casa.

PECADO      | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora