ONCE

4.7K 225 15
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NARRADOR OMNISCIENTE

LAS CARAS de Joao y de Antonella estaban casi pegadas. Sus labios se rozaban. Ninguno se animaba a dar el primer paso, ese paso que los deseaban con desesperación.

Las manos de Antonella apretaron aún más la nuca de Joao, cómo queriendo acercarlo todavía más.

La puerta se escuchó, sorprendiendo a ambos.

Enzo había entrado a su casa. Con una no muy buena imagen de los dos.
Los ojos de Antonella se conectaron con los de Enzo.

Los ojos del morocho descargaban muchos sentimientos juntos, pero el que más predominaba era la decepción.

— Enzo…— dijo Antonella en un hilo de voz.

— ¡Hola chicos!—Enzo saludó a los dos con un beso en el cachete. Y éste? Dijo la mente de Antonella.

— Hola hermano— Joao sonrió con cierto nerviosismo—, bueno, yo me voy yendo creo, tengo que hacer algunas cosas— se levantó y tomó sus cosas—. Nos vemos Anto, nos vemos Enzo— chocó sus manos con Enzo y se fue, dejando sola a Antonella con Enzo.

Enzo se sentó en el sillón que estaba frente a Antonella, que sentía la penetrante mirada de Enzo sobre ella.

— ¿Ahora me vas a explicar qué mierda hacías apunto de darte un beso con un amigo mío?— a Antonella se le iban las palabras, realmente no sabía qué decir—, Antonella…yo sé que no somos nada, y que tampoco te puedo reclamar. Pero sabes que me enferma verte con otro, y te lo dejé en claro cuando estuviste con Lisandro.

— Pero Enzo, entende que fue un malentendido, no…no sé qué pasó que terminé así con Joao.

— Malentendido mis dos huevos Antonella. Yo lo conozco al otro mogólico, y sé las intenciones que tiene con vos— se paró. De lejos se podía notar la bronca que tenía—. Vos podrás decir que lo conoces y que no quiere nada con vos, pero no es así.

— ¿Y cómo es entonces según vos? ¿Sabes qué pasó antes de que nos encontrarás? ¿Sabes lo que le dije antes aunque sea?— ella se cruzó de brazos, viendo al morocho desde su posición.

— No hace falta. La imagen habla por sí sola— Antonella sonrió con cierta nostalgia, acordándose de cómo arreglaban este tipo de discusiones de otra manera, menos hablando—. ¿De qué te reís? ¿Pensas que esto es un juego?

— Me río porque me acordé de cómo arreglábamos las cosas antes. Pero ahora no se te puede ni tocar que ya te alteras y te salta la ficha de los celos— dijo sin interés.

Antonella se levantó del sillón, acercándose a dónde estaba Enzo.

— Aparte…me gusta cuando estás…así, enojado y con la furia a flor de piel— sonrió, delineando los tatuajes del brazo del morocho.

Enzo corrió su cabeza a un costado. Odiaba que ella tuviera ese poder sobre él.

— A vos te gusta hacerme enojar parece— dijo sin pensarlo. Antonella rió y se puso frente a frente con Enzo.

PECADO      | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora