VIII.

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Anya movió la pajilla de su malteada en círculos, observándola como si fuera lo más emocionante que había visto en su vida, ya casi no había producto pero acercó su boca para sorber hasta lo último.

—Anya...

Ella siguió en lo suyo, giró para ver si el resto de su pedido estaba por llegar y cuando giró la mesera vino y dejó su baguette a su lado. Anya sonrió porque moría de hambre.

—¿Seguirás ignorando el tema?

Anya dio un mordisco a su comida y levantó su atención hacia su acompañante.

—No estoy ignorando nada, solo que no hay nada que decir. —Habló con la comida en la boca, disfrutando del buen sabor. —Esto está delicioso.

—¿Cómo que no hay nada que decir? —Becky apartó su propia comida para inclinarse en la mesa que compartían.

Estaba realmente frustrada por el tono despreocupado de su amiga, pero la había invitado a salir por algo en especifico.

—¿Estás saliendo con Damian?

—Creo haberte dicho, en las veinte veces que me has preguntado, que no, que solo somos amigos.

Becky levantó una ceja por la ironía de la voz de su amiga.

—Y si no es así ¿dónde estabas anoche?

Anya dejó de masticar y observó a su amiga un instante antes de seguir con su tarea de ingerir tanta comida como fuera posible ya que su amiga la había invitado a comer.

—No sé de qué hablas, estaba en casa.

Becky se movió en su silla, se cruzó de piernas y vio a su amiga al otro lado de la mesa con un aire arrogante, la había atrapado donde quería.

—No, no estuviste en casa, porque llamé y las tres veces que llamé me envió directo al buzón, lo cual deja en claro que no estabas en casa. —Becky movió el vaso de manteada en la mesa, conocía desde hace años a Anya, sabía su rutina como la palma de su mano y frecuentemente siempre la llamaba después del trabajo para hablar de alguna tontería. — Siempre llegas a casa a la misma hora y si no es así, demoras unas dos horas cuando vas a comer fuera, por eso mismo te llamé tres horas después y no estabas ahí... y aún así, me di a la tarea de llamarte una tercera vez, dos horas después y nada.

Becky sonrió cuando vio una cierta duda en Anya, que bajó su comida al plato y tomó un trago de su refresco.

—Ahora ¿me dirás dónde estabas ayer? o mejor dicho ¿con quién estabas?

Becky la tenía, estaba a punto de confesar lo que tanto había querido. Anya miró a su alrededor en búsqueda de alguna cosa que pudiera librarla de ese interrogatorio, se sentía acorralada. Por que no esperaba que su amiga se diera cuenta con facilidad, sabía que no había forma de que retrocediera, así que lo mejor era seguirle la corriente.

Akaito (Damianya week 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora