Damian se quedó en total quietud, con la boca seca, su corazón latiendo con fuerza y viendo el letrero que indicaba donde estaba en la pequeña estación del tren. La parte trasera de su cuello sudaba y por un segundo él rogó que aquello fuera un sueño.
—¿Sorprendido? —Anya se movió enfrente de él.
Eso fue suficiente para que Damian lograra pestañear y volteara a ver a Anya, intentando contener todo lo que sucedía en su interior. De fingir que todas sus mentiras no iban a explotarle en la cara, aunque no había manera de detenerlo.
¿Cómo había llegado a eso? Y aún ¿cómo saldría de toda esa mierda? No había forma de salir de ahí, no de forma segura. Estando ahí, en ese hoyo, se dio cuenta que tuvo varias oportunidades de decir la verdad en el pasado, a sus amigos y a Anya, de admitir quién era. Como aquella vez cuando estaban viendo los collares que hacía la empresa de su familia, o cuando Anya comenzó a preguntarle al respecto...
Y en cada una de esas ocasiones, Damian realmente consideró por un momento en decir la verdad, pero las palabras no salieron de sus labios.
Sin embargo, ya había llegado demasiado lejos, se había hundido tan profundo en aquella última ocasión donde mintió tanto que su lengua le picaba... y si Alain no le hubiera llamado a Anya, estaba seguro de que hubiera sido descubierto. Aún en ese punto quizá pudo decir algo, ser honesto, ofrecer su ayuda ofreciéndose a pagar la deuda. Pero en este punto, todo había llegado tan lejos, que dar media vuelta era imposible.
¿Y si ahora se animaba a decir la verdad? Él lo sabía, que Anya no iba a creerle nada de lo que diera. Si una persona miente con tanta facilidad, la línea entre verdad y mentira quedaba entremezclada. Y si eso era así ¿qué de lo que dijo había sido verdad? Todo podría ser una mentira.
Anya creería que todo lo que le había dicho, sus sentimientos y todo lo que habían vivido, todo sería una farsa. ¿Por qué podría ser diferente? Si él no dio la verdad desde el inicio podría ser por que ocultaba algo oscuro. Y supondría que todo este tiempo estuvo jugando con ella. Con lo de Sigrid, con su negativa a ayudarle con la casa, con cada momento entre ellos, quizá hasta podría pensar que se burlaba de ella.
Su corazón latía doloroso y quería desaparecer, correr, pero no podía hacerlo, no había. Él... debía intentar sobrellevar esa situación lo mejor posible.
—Si, yo... realmente no lo esperaba.
—¡Anya puede verlo! —Ella le sonrió de forma extraña.
Cuando Anya admitió sus sentimientos por Damian fue que se dio cuenta que ella jamás había hecho nada bueno o agradable por él. Damian había dado el primer paso, la había buscado y él se acercó a ella hasta que iniciaron esa relación. Y ahora ella quería hacer algo bueno para él, para demostrar que igual correspondía sus sentimientos.
Cuando Damian le habló de Bamberg pudo ver la añoranza y melancolía que sentía por su hogar. Ella misma consideró lo difícil que hubiera sido no poder volver a casa, que no tuvieras nadie a tu alrededor. Ella de una u otra manera tenía a Alain con ella y si algo surgía siempre podría acudir con él y a la casa de sus padres. Pero Damian... no tenía nada de eso y Anya pensó que sería buena idea ir con él ahí, que él le enseñara su vida.
—Sé que solo tenemos un día, pero quiero que me muestres todos esos sitios grandiosos que mencionaste. —Anya se acercó y tomó su mano, obligándolo a caminar —Tú puedes guiarme.
Damian sintió como ella tiraba de su mano, hasta que ambos salieron de la estación y fueron recibidos por una ciudad enfrente suyo con edificios pintorescos y rusticos, algo que él recordaba de la descripción de la crónica.
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Akaito (Damianya week 2024)
FanfictionDamián siempre había seguido los planes y órdenes de su familia al pie de la letra, hasta que la palabra matrimonio fue pronunciada, algo que él no estaba dispuesto a aceptar. El amor no estaba en su vocabulario, nunca había deseado nada en su vida...