3 ; el inicio

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❝Fue en el 129 d

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Fue en el 129 d.C., que las cosas comenzaron a tomar un rumbo más definido. Rhaenyra había tenido a su sexto hijo, un príncipe al que llamó Viserys, y sin embargo aún lloraba por la hija que no volvía a su hogar. La princesa Aemma ya tenía quince años, cumplidos en el Norte, y no mostraba deseo alguno de volver, cómodamente viviendo entre los lobos. Los norteños, de a poco, comenzaban a apreciarla, tanto a ella como a su dragona, la cuál quemaba los venados para ayudarles y cazaba su propia comida en los lagos, cambiando su dieta con tal de encajar.

A pesar de su juvenil edad, la princesa Aemma siempre había mostrado gran madurez y una excepcional belleza, acompañada de una mente ágil y ojos ansiosos de lectura. Había crecido en sus facciones y ya no había rastro alguno de la niña que alguna vez había sido; la gente del Norte señalaba su amplía sonrisa ya como la sonrisa de una mujer, aunque eran comentarios plenamente cálidos, del más profundo y puro cariño.

Con una pequeña sombra conocida como el infante Rickon Stark, Aemma jamás estaba sola en Invernalia. Sus damas, en señal de lealtad a su señora, habían jurado jamás volver a sus hogares, y ellas se les había unido Sara Snow, la hermana bastarda de Lord Stark. . .❞

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129 d.C.


Los meses habían pasado en Invernalia con una lentitud que, a veces, parecía detener el tiempo. 

Era una mañana fría, las calles nevadas del pueblo no servían para andar de manera rápida pues eran probables las caídas. Sin embargo, los paisajes tan bellos y el ambiente tan tranquilo lograban que el clima se sintiera menos inhóspito. 

Había pasado casi un año de su llegada. En esos meses que llevaba allí se había acostumbrado a pasear repetidas veces en la semana; la desconfianza de los norteños había bajado notablemente (aunque cabía aclarar que solo se trataba de algunos y otros, pues varios no le tenían mucho aprecio). 

Su capa de lana gruesa la protegía del frío invernal. Vestía un vestido tallado a su cuerpo de algodón, recubierto de piel por dentro y en los bordes de las mangas y capucha. El dulce color azul bebé resaltaba su pálida piel; sonreía con orgullo cada vez que alguien halagaba el bordado de los caballitos de mar en sus hombros, y sacudía las manos para que los peces intrincados se notaran. 

𝐭𝐡𝐞 𝐥𝐚𝐝𝐲 𝐨𝐟 𝐰𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐟𝐞𝐥𝐥, cregan starkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora