Llegué al supermercado en mi travesía por seguir a Karen, en eso una joven muchacha que desconozco chocó conmigo. En sus manos parecía tener algo una sustancia que ensucio mi camiseta.
— D disculpé señor, no fue mi intención — ella intentó limpiar mi camiseta, pero cada vez que lo hacía empeoraba más la suciedad.
— Está bien niña, ya déjame estás empeorando todo — dije intentando sacarme la de encima, ella seguía insistiendo en su error.
— Déjeme limpiarlo — repetía ella, resople molestó ante tal acto, pero ella no se sabe.
La chica estuvo como dos segundos limpiando, pero mi camiseta estaba lleno de lo que parecía ser manteca de maní.
En eso me aburrí y la hice a un lado, su tontería de niña pequeña me estaba aburriendo.
— Está bien niña lárgate de aquí me estás estorbando — dije molesto y seguí en lo mío
Ella se acercó a mí y pregunto — ¿Señor que tanto mira?
— No es de tu incumbencia ¿Por qué no te vas a molestar a otro lado? Dejame en paz.
— No puedo irme — escupió imponiendo algo de autoridad.
En eso ella se hizo hacia atrás, detrás de ella había una torre de latas de conversa que en su interior tenía tomaste. En eso todas las latas caen sobre mí bañándome en un baño rojo.
— ¡Niña tonta! — grite, molesto, mire mi ropa, en ese momento solo quería matarla, pero matarla de verdad.
— L- lo lamento — tartamudeo
La gente se nos quedó viendo en eso, me puse las gafas y la capucha de la sudadera.
— Está bien lárgate — dije ya molesto
Ella siguió a mi lado como si nada, podía sentir su presencia, su olor a fresas mezclado con crema chantillí, su mirada con esos ojos color azulamarino. Parecía no saber qué hacer o que decir, simplemente se quedó ahí parada como si esperara órdenes.
— ¿¡Niña porque no te largas!? — grite bajito para que nadie pudiera escuchar, pero quería gritarlo.
— Ya le dije que no me puedo ir — contraatacó
Ese día conocí a la verdadera psicópata, a la verdadera mujer que jamás imaginé que me torturaría toda la vida.
Continuará.
