Capitulo 3

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Al día siguiente me levanté, ya iba demasiado tarde como para ser mi primer día en el hospital, seguramente mi nuevo jefe iría a matarme una hora de retraso. Era enfermera, y como tal debía ser puntual, además no es que no quisiera, pero me había recibido hace poco, y me había costado mucho encontrar un empleo, por suerte este nuevo hospital estaba buscando personal, así que no lo dude. Al instante me cambié de ropa y bajé a desayunar, hice algo simple por el mismo motivo que conté, el no tener tiempo. Coloque unas granolas de café en la tetera y un poco de pan a tostar, mientras esperaba me puse a revisar el periódico local, algo que me tenía sumamente intrigada era ese doctor del que todos hablan supuestamente era joven y apuesto. Un tipo de su clase debe de tener muchas admiradoras, pero sobre todo muchos enemigos»el mundo está lleno de esos» al fin y al cabo él era doctor, nose de que, pero era un doctor, la única diferencia que había conmigo es que yo era mujer y en un país tan machista debías obedecer al pie de la letra.

Al poco rato mi desayuno estaba listo, serví todo en sus correspondientes taza y plato y comencé a disfrutar del mismo. Estaba segura de que el doctor no desayunaba en su casa, él seguramente no tenía ese maldito privilegio, al contrario, seguro tenía una secretaría de esas que se pintan de una manera muy exagerada y se viste como si fueran a un circo. Después de desayunar busqué mi cartera y abrigo, afuera llovía a cántaros, así que obligada tuve que tomar el autobús, no me gustaba para nada, pero era mi última opción. Había muchas cosas que hacer y sobre todo tenía que ver si quedaba entre las trescientas personas que habían quedado para el puesto.

Al subir al autobús, coloque mis audífonos en mi móvil, pero para mi mala suerte mi cartera se desprendió de mi hombro cayendo al suelo, y generando que todas mis cosas se esparcieran por el suelo. Al agacharme para recogerlo, unos zapatos color blanco hicieron que levantará mi vista hacia aquel sujeto, sobre todo por su temperamento que parecía imponerse ante una persona. Cuando mis ojos se encontraron con los de aquel desconocido, no dude ningún momento en maldecir, era mi ex colega del destacamento policial »Maldición« dije ya fastidiada, de tener que haberlo encontrado justo en este autobús, habiendo tantos en la ciudad.

- Joder mi día no podía empezar más mal de lo que ya estaba - balbuce molesta tomando mis últimas cosas.

- Para mí tampoco es un gusto tener que verte, pero mi autobús pasó más temprano y no me quedó otra que tomar este. Ya sabes el que va al destacamento, ese lugar que abandonaste hace tiempo- Su sarcasmo no me servía en este momento.

- Mmm, habiendo tantos que pasan por ahi, creo que el destino está en mi contra o algo peor quiere verme sufrir.

- Si puede ser eso, que el destino te quiere ver sufrir o que él mismo desea verte a mi lado nuevamente. No se piénsalo sigo siendo soltero y muy codiciado - dijo mientras se tocaba la barbilla fingiendo estar pensando.

- No lo sé, prefiero a un lobo antes que a ti ¿Si sabes a lo que me refiero? ¿Verdad?- su mirada cambió, sus ojos fingieron desviarse.

-Por lo que veo estás de camino a tu nuevo empleo, seguramente tu jefe debe ser un jodido de mierda, Ah no tu patrón es un doctor, uno de los más humillantes del mundo. ¿No te olvidaste de tu trabajo? ¿No es así?- Sabía a lo que se refería, pero no iba a ceder.

- Sí, sé lo que me quieres decir. No hay necesidad de disimularlo, pero ante esto tenemos que estar callados. Trabajemos tranquilos y en lo posible no te cruces en mi camino- lo amenacé mientras pulsa el timbre del micro.

-¡Nos vemos linda que tu juicio no te nuble! - grito desde el interior del autobús, no pude sentir más vergüenza.

Camine un par de cuadras, aún seguía la lluvia, a lo lejos pude ver el hospital era inmenso y ocupaba una gran parte de la calle, sobre todo una gran manzana. Seguí caminando y al rato estaba dentro de ese gigantesco lugar que ahora sería mi puesto de trabajo, hable con unas de las secretarías que me dijo que la siguiera. Caminamos por unos pasillos completamente blancos, había algunas personas que eran pacientes esperando su turno a ser llamados. Cuando llegamos a la planta donde se encontraba el doctor comencé a sentir nervios, algo que no me preocupaba en absoluto, pero igualmente debía estar atenta.

Doctor Smiley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora