Al día siguiente…
—¡Doctor, por favor no lo haga! Le prometo que no diré nada, se lo juro solo déjeme, viví — gritaba una jovencita mientras intentaba correr dentro de una extensa habitación.
El doctor Smiley la corría por detrás intentando alcanzarla para clavarle las agujas de su jeringa, pero ella corría más rápido con todas sus fuerzas. La joven estaba exhausta, pero aun así no se detendría, sabía que haber entrado a ese lugar y haber visto lo que vio, sería condenada a muerte por parte del doctor. Ya cansada de correr la joven llego hasta una pequeña ventanilla que se encontraba cerrada con un candado, miro a ambos lados para ver si veía al hombre de ojos rojos, pero al parecer él no estaba ahí, eso le dio tiempo a respirar mientras que con la fuerza que le quedaba golpeaba el candado con esperanzas de poder salir de allí «Vamos, vamos no me falles ahora» se decía a ella misma, dándose el poco aliento que salían de sus pulmones. En eso escucho unos sonidos, no sabía de dónde provenían, pero estaba segura de que no era nada bueno, seguramente era el doctor Smiley, la chica comenzó a desesperarse, golpeaba con fuerza el candado, pero este no cedía ante su petición.
— Por fin tu momento ha llegado — Una voz fría se escuchó en la pequeña habitación. La chica en ese momento deseo estar muerta.
Un silencio colmo el lugar, las respiraciones iban en aumento y una joven rogaba por su vida pidiendo piedad a su captor.
— D–d–doctor, por favor — sollozaba la joven.
— Sabes mi querida Sofía, un corazón puede latir a Miles de kilómetros si es que se está haciendo un ejercicio adecuado, además de eso al correr te agitas dejándote más débil en caso de correr algún peligro. Y por lo visto tú… ya lo estás — solté quitándome el barbijo y mostrando mis enormes dientes.
La chica me miró, yo la observé a ella y de mi mano izquierda saque la jeringa con la enorme aguja.
— Shhh tranquila, esto no te va a doler en lo más mínimo. Al contrario, sentirás un leve dolor, pero se pasará cuando ya estés ¡Muerta! — rei como un loco, mientras clavaba ambas jeringas en sus ojos. La joven daba pequeños gritos agudos.
Mientras que por mi parte disfrutaba mucho esa escena, me llenaba de deleite con cada grito de mis víctimas, era como estar viviendo un concierto al aire libre, sus dulces gritos eran melodías para mí oídos. Había comenzado una amasacre dentro del hospital y nadie me podría detener, ni siquiera la policía o cualquiera que quisiera meterse en mi camino, claramente no terminaría nada bien y esta chica era la viva imagen de lo que les sucedería a cualquier persona que se atreva a ver cosas que no debían ver.
(*)
Dejé el cuerpo de la chica en el suelo, no iba a gastarme de limpiar eso, así que tire los guantes y salí de allí. Era hora pico y el hospital estaba casi vacío, parecía que no había nadie que quisiera morir el día de hoy, y eso comenzaba a desesperarme, hace un par de horas había matado a una de las enfermeras que vio como aniquile a un hombre, con eso pude saciar mis necesidades pero aún necesitaba más.
— Señorita Karen, ¿Hay algún paciente el día de hoy? — pregunte sentándome en la silla agitado de tanta acción.
— Veo que se divirtió demasiado allí dentro — dijo ella —.Solo está la paciencia Nadia Harris, creo que es la esposa del señor alcalde.
— Que deleite lo que están escuchando mis oídos, hay que recibir a la esposa del alcalde de la mejor manera. Así que encargue un poco de vino tinto y una pequeña vianda con queso y jamón.
— ¡Que! Usted jamás me recibe con un almuerzo dignó, y a esa mujer sí, no me parece justo doctor Smiley — chillo mi secretaria —. ¿Quiere que diga todo lo que usted hace aquí dentro? Las jodidas matanzas que hace. Usted sabe bien a lo que me refiero.
La señorita Karen sabía amenazar y la forma en que lo hacía me generaba risa. Era tan tonta e ingenua a la vez que no tenía idea con qué clase de hombre estaba hablando. Sobre todo, con un hombre que se dedica a matar personas sin ningún tipo de piedad.
— Usted está pisando el vórtice de mi cordura, mi querida secretaria, y si llega a pisar el borde créame que estará contando chisme a los angelitos en el cielo. ¿Quiere que siga? Puedo seguir explicándole de lo que soy capas. — me levanté hasta mi secretaria tomando de ambos hombros de ella, esta me miraba desafiante.
— No diré más nada, doctor Smiley, usted es un ser inhumano incapaz de recibir mis críticas e insultos — expuso mientras se soltaba de mi agarre.
Tenía razón ni siquiera podía amenazarme ni cerrar mi boca, parecía estar totalmente desconocida, ella no era así, bueno supongo que las personas pueden cambiar cuando se quedan sin ideas.
— Vaya a hacer lo que le pido. Por favor, no me haga enojar más, no quiero arrugarme usted, tampoco debería enojarse, perderá lo atractiva que es señorita Karen le repito que si esto vuelve a suceder, no vivirá para contarlo — ella simplemente me miró, tomando el pomo de la puerta para salir lo cerró con fuerza.
«Uf mujeres» maldita sea el día en que decidí contratarla.
Al las cuatro de la tarde tocaron a mi puerta “Adelante” dije desde adentró, una joven hermosa que vestía una remera en color morado y unos yens acordé a su vestimenta, además calzaba unos tenis en color blanco.
— Hola, soy Nadia — habló, tenía una voz tan dulce que daba lástima tener que matarla.
— Sé precisamente quién es usted. Me alegra tenerla aquí en mi oficina ¿Cómo está el señor alcalde?
— Él está muy bien, gracias por preguntar, de hecho él me recomendó que viniera.
— Y no se equivocó dígame ¿En qué la puedo ayudar? — dije optando de mis mejores modales.
— Últimamente, ando con náuseas y algunos mareos, nose que será, pero mi esposo me digo que viera al doctor y por eso estoy aquí — comento la joven.
— Entiendo ¿Y ya se ha hecho estudios?— pregunté desinteresadamente.
— Sí y afortunadamente salieron todo bien.
— ¿Y no se ha hecho un tes?
—¿Un tes de embarazo?— comento la joven
— Así es, sus síntomas me dan un aire a qué usted puede estar embarazada. Permítame revisarla ¿Me lo permite? — dije colocándome el barbijo y los guantes.
La mujer se acostó sobre la camilla que se encontraba en una esquina, comencé a desnudarla con mis dedos enguantados, tocaba su piel, parecía no generar ninguna sensación en ella. Seguramente sabía que esto era profesional y no tenía nada que ver con lo sexual.
— Muy bien, al parecer no hay nada grabé, pero debería hacerse un tes para estar seguros. Seguramente al alcalde le agradará la idea de ser padre — comenté.
Continuara
Doble actualización espero les guste nos vemos pronto 👁️👄👁️
