Al llegar a casa, el sol ya se había asomado completamente. Entré con cuidado sin levantar a Karen, pero ella se encontraba dormida. Así que la llevé a su habitación, la abrigué y salí nuevamente abajo a hacer un café. Hice todo el desayuno, después me senté en el sillón hasta que Karen apareció entre las penumbras. La observé y le di los buenos días, estaba molesta, ya que me ignoró el saludo.
— Acabo de decir, buenos días — la miré, pero solo me dio la espalda.
Ella seguía haciendo su desayuno
— No te preocupes, por eso acabo de hacerte un rico desayuno — volví a hablar tomando mi café.
Nuevamente fui ignorado
— ¿¡Que tiene que hacer un hombre aquí para que le presten atención!? — grite ya molesto
— Oh nada, Doctor Smiley seguramente se divirtió anoche con su amante. Como si no supiera lo que hizo, me vio cara de que acaso creía que soy tonta.
— No, querida Karen, simplemente tienes cara de payasa, pero eso es lo de menos. No fui a ningún lado, solo a caminar.
Me reí internamente unas mil veces, pero Karen estaba molesta y, cuando no sabía qué responder, me daba la espalda. Las mujeres son complicadas, la verdad. Dejé la taza de café sobre la mesa y nuevamente volví a hablar.
— Podríamos hacer algo ¿Que dice? — mire hacia la nada
— No, no puedo, mejor dicho, no podemos porque a alguien se le ocurrió asesinar a pacientes y ahora la policía nos busca.
— Otra vez con lo mismo que amargada debería ponerle color a su vida, sabe.
— ¿¡De qué color sería mi vida, doctor, oh, no lose podría ser de color rojo, así como sus ojos!?
— Auch eso sí dolió ¿Que problema tiene con mis ojos? — me reí. — En fin, lo que quiero decir es que no necesita ser grosera sabe.
Desvíe mi mirada hacia la ventana. Un hermoso día y usted ya lo a arruinado, porque tuve que caer en esta casa oh sí lo recuerdo es porque la jodida policía nos está buscando.
— ¿Nos? Mejor dicho lo están buscando a usted. A mí no me mire sabe — molesta me escupió en la cara, su rostro estaba muy cerca del mío.
Karen estuvo aproximadamente dos horas gritándome y recordándome las cosas que yo había hecho en todo este tiempo, por mi lado no me inmute estaba acostumbrado a tratar con personas así sobre todo con ella. Su carácter era complicado al decir verdad, lleno de saliva toda mi ropa deportiva, ah extraño mi mandil de doctor suspiro agobiado de esta situación, pero que importa soy un maldito psicópata que no se va arrepentir de sus actos.
— Debo salir de esta casa ya me estoy sofocando — expreso Karen haciéndose a un lado.
Nuevamente, ella salió a la calle, decidí acompañarla por más que no me quisiera tener cerca. Así que me preparé con gafas para cubrir mis ojos, y una sudadera con capucha para tener un mejor camuflaje. La seguí hasta el supermercado sin ser visto. Al parecer le gusta venir a este lugar, no sé qué es lo que tiene con venir a un lugar tan absurdo y aburrido, lleno de gente, gastando en sus miserables vidas. Supongo que están aquí por la comida o algo así, en fin, seguí persiguiéndola como aproximadamente dos horas y media, claro, sin ser visto obviamente por ella y el guardia de seguridad, mi cara estaba por todos lados, así que debía tener cuidado.
En los pasillos se sentía el caminar de unas botas ligeras, pero firmes a sus pasos, le eran fieles a su dueño. Estas, con cada caminar, marcaban una ligera coordinación de pasos y seguimientos. El pasillo era distinto, era alegre, más menos normal, estaba lleno de personas que jamás pensarían que estaba enfrente, tal vez de unos de los asesinos más buscados después de Jeff the killer. Las personas que hacían su vida, continuaban sin mirar a aquel hombre de sudadera, color negro y botas afiladas, que usaba un barbijo simple para no ser reconocido. Exitado por una simple chica que se encontraba cansada de ser una perra faldera.
Continuará...