Capítulo 16. La sociedad no espera

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Satoru, mientras sostenía a su hijo en brazos, se sintió abrumado por la culpa al ver a Suguru herido en la enfermería. Su mejor amigo, siempre leal y fuerte, ahora estaba luchando debido a su ausencia en la batalla contra las maldiciones de grado especial. Aunque Satoru sabía que ser padre era su prioridad, no podía ignorar las consecuencias de su retiro parcial.

"Lo siento, Suguru. Nunca quise que esto sucediera," dijo Satoru, su voz cargada de pesar.

Suguru, a pesar de su dolor, le sonrió. "Satoru, sabes que esto no es tu culpa. Estoy aquí para apoyarte. Tú debes estar con tu hijo. Yo me encargaré del trabajo pesado."

Satoru apretó los labios, considerando sus opciones. Suguru era fuerte, pero no era justo dejar toda la carga sobre él. Además, sabía que la seguridad de todos dependía de mantener a raya a las maldiciones. Decidió que era hora de tomar medidas más drásticas.

Esa noche, después de asegurarse de que su hijo estuviera seguro y dormido, Satoru se preparó para un encuentro que había estado evitando. Llamó a Sukuna a través de un antiguo y complejo ritual, utilizando su conexión con Yuuji como medio. No era una conversación que quisiera tener, pero era necesaria.

Sukuna apareció, su presencia oscura y poderosa llenando el espacio. "¿A qué debo el honor, Satoru?" preguntó con una sonrisa burlona.

Satoru, manteniendo la calma, se acercó. "Necesito que mantengas a raya a los espíritus malditos. La situación se está volviendo insostenible."

Sukuna levantó una ceja, interesado. "¿Y por qué haría eso? ¿Qué gano yo con esto?"

"Si no lo haces, tomaré medidas drásticas. No me importa lo que tenga que sacrificar," respondió Satoru, su voz firme y decidida.

Sukuna rió, un sonido profundo y amenazante. "Eres valiente, Satoru. Pero también sabes que disfruto del caos."

Satoru dio un paso adelante, mirándolo directamente a los ojos. "Entonces hagamos un trato. Mantén a raya a las maldiciones y, a cambio, te daré algo que realmente quieras."

Sukuna entrecerró los ojos, considerando la propuesta. "¿Y qué sería eso?"

Satoru respiró hondo. "Acceso a mi hijo. Podrás verlo y estar con él bajo mi supervisión. Pero si rompes el trato, no solo iré tras de ti, sino que también me aseguraré de destruir todo lo que aprecias."

Sukuna lo miró fijamente, la propuesta claramente intrigándolo. Finalmente, asintió. "Acepto, pero si rompes tu parte del trato, Satoru, las consecuencias serán graves."

Satoru asintió. "Entendido."

Con el trato sellado, Satoru regresó a la escuela de hechicería con una nueva determinación. Había tomado una decisión difícil, pero sabía que era lo mejor para todos. Ahora, podía centrarse en ser padre y profesor, sabiendo que Sukuna mantendría a raya a las maldiciones, al menos por un tiempo.

Y mientras miraba a su hijo dormir plácidamente, Satoru se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para protegerlo, a él y a todos los que amaba, sin importar el costo.

Después de un mes de relativa tranquilidad, Satoru se sintió aliviado al comprobar que Sukuna había cumplido su promesa de mantener a raya a las maldiciones. La academia estaba en calma y sus estudiantes, junto con Suguru, estaban seguros y enfocados en sus entrenamientos y estudios. Satoru, mientras acariciaba la cabecita de su bebé con ternura, se daba cuenta de que era el momento de cumplir con su parte del trato.

Durmió temprano esa noche, sabiendo que el día siguiente sería importante. Al amanecer, se levantó y preparó a su bebé con cuidado. Lo bañó con delicadeza, hablando suavemente y asegurándose de que su hijo estuviera cómodo y feliz. Luego, eligió una ropa especial del clan Gojo, una pequeña prenda que reflejaba su linaje y fortaleza.

Una vez listo, Satoru se sentó en el jardín de la residencia Gojo, esperando a Sukuna. Aunque había aceptado este trato, aún sentía una mezcla de emociones: preocupación por la seguridad de su hijo, curiosidad por las intenciones de Sukuna y, en el fondo, un deseo de que las cosas pudieran ser diferentes.

El aire fresco de la mañana llenaba el jardín cuando Sukuna apareció, emergiendo de las sombras con su habitual aura intimidante. Sin embargo, al ver al bebé en brazos de Satoru, su expresión se suavizó ligeramente.

"Así que, finalmente cumples tu promesa," dijo Sukuna, acercándose con cautela.

Satoru asintió, mirando a Sukuna con seriedad. "Sí, como acordamos. Pero recuerda, estaré aquí todo el tiempo."

Sukuna se arrodilló frente a ellos, extendiendo las manos con una inusual suavidad. Satoru, aunque reticente, le pasó al bebé, asegurándose de mantener un contacto constante. Sukuna tomó al niño con cuidado, observándolo con una expresión que Satoru no había visto antes: una mezcla de fascinación y ternura.

"Se parece a ti," murmuró Sukuna, una sonrisa apenas perceptible curvando sus labios.

Satoru se relajó un poco, viendo la reacción de Sukuna. "Sí, tiene tus ojos también."

Pasaron un rato en silencio, Sukuna sosteniendo al bebé con una sorprendente delicadeza mientras Satoru observaba cada movimiento. Finalmente, Sukuna devolvió al niño a Satoru, quien lo recibió con alivio.

"Gracias," dijo Satoru, genuinamente agradecido por la oportunidad de cumplir con su promesa sin incidentes.

Sukuna se levantó, sus ojos aún fijos en el bebé. "Recuerda nuestro acuerdo, Satoru. Quiero lo mejor para él, igual que tú."

Satoru asintió, entendiendo la complejidad de sus palabras. "Lo haré. Y espero que tú también lo hagas."

Con eso, Sukuna desapareció en las sombras, dejando a Satoru con su hijo en brazos y un corazón lleno de nuevas esperanzas y desafíos. Aunque sabía que el futuro aún guardaba incertidumbres, también sabía que haría todo lo posible para proteger a su hijo y asegurar su bienestar, sin importar las circunstancias.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora