Capítulo 30. Confianza

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Satoru Gojo, con la determinación de resolver el conflicto con Sukuna, decidió visitar a su adversario en un intento de calmar las tensiones. Antes de partir, dejó a su hijo Rin bajo el cuidado de Geto Suguru, confiando plenamente en su mejor amigo. "Cuida bien de él, Suguru. No tardaré," le dijo Satoru, mirando a Rin con ternura antes de salir.

Geto asintió, tomando al pequeño Rin en sus brazos. "No te preocupes, Satoru. Rin estará a salvo conmigo."

Satoru emprendió el camino hacia el lugar donde sabía que encontraría a Sukuna. Sus pasos eran firmes, aunque en el fondo sentía una ligera aprensión. Había tenido suficientes enfrentamientos con Sukuna como para saber que las cosas rara vez salían según lo planeado. Sin embargo, estaba dispuesto a intentarlo por el bien de su hijo.

Al llegar, Satoru fue recibido por una mirada feroz de Sukuna, quien no tardó en lanzar un ataque sorpresa. El golpe impactó a Satoru en el pecho, causándole una herida profunda y dolorosa. Sukuna se quedó perplejo, esperando que el infinito de Satoru lo protegiera, pero al ver la sangre brotar, se dio cuenta de que Satoru había confiado plenamente en él, bajando sus defensas.

La sorpresa de Sukuna se transformó en pánico al ver a Satoru caer al suelo, herido de gravedad. "¡Maldita sea, Satoru! ¿Por qué no usaste tu infinito?" gritó Sukuna, su voz cargada de una mezcla de ira y desesperación.

Satoru, apenas consciente, intentó esbozar una sonrisa. "Confiaba en ti... Sukuna," susurró, su voz apenas audible.

Sukuna, dominado por la culpa y el miedo, trató de usar sus rituales inversos para curar a Satoru, pero sus manos temblaban tanto que no lograba concentrarse. "¡No te mueras, Satoru! ¡Usa tus rituales inversos!" le gritó, pero al observar más de cerca, se dio cuenta de que su ataque había drenado la energía maldita de Satoru, dejándolo incapaz de curarse.

Desesperado, Sukuna tomó una decisión rápida. Levantó a Satoru en brazos y se dirigió a la escuela de hechicería, sabiendo que era la única opción para salvarlo. Al llegar, irrumpió en el lugar, alarmando a todos los presentes.

"¡Shoko! ¡Necesito tu ayuda!" rugió Sukuna, su voz resonando por los pasillos.

Shoko Ieiri, al escuchar la urgencia en su tono, salió de inmediato de su oficina y se encontró con la impactante escena: Sukuna, normalmente el enemigo temido, sosteniendo a un moribundo Satoru en sus brazos. Sin perder un segundo, Shoko activó sus propios poderes de curación.

"Déjalo aquí," ordenó, mientras comenzaba a concentrarse en la herida de Satoru.

Sukuna, aún temblando, depositó a Satoru con cuidado en el suelo. Mientras Shoko trabajaba, Geto llegó corriendo, habiendo sido alertado por el alboroto. Al ver a Satoru herido, su corazón se llenó de pánico y furia.

"¿Qué le hiciste, Sukuna?" exigió Geto, avanzando con intención de atacar.

Sukuna levantó una mano, su voz llena de una sinceridad inusual. "No quise herirlo de esta manera. Fue un error."

Geto, aunque lleno de rabia, se contuvo al ver la sinceridad en los ojos de Sukuna. "Más te vale que no sea demasiado tarde," murmuró, observando a Shoko mientras ella trabajaba sin descanso.

La tensión en el aire era palpable. Mahito, Hanami, Dagon y Jogo también habían llegado, atraídos por el caos. Todos observaban en silencio, conscientes de la gravedad de la situación.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Shoko se levantó, exhausta pero con una expresión de alivio. "He detenido la hemorragia y estabilizado su condición. Necesitará tiempo para recuperarse completamente."

Satoru abrió los ojos lentamente, su visión borrosa enfocándose en Shoko y luego en Sukuna. "Gracias... Shoko," murmuró, su voz débil pero agradecida.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora