Capítulo 9. Noche (in) tranquila

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En la tranquilidad de la noche, Megumi llegó a la residencia del clan Gojo acompañado por Geto y Shoko. Llevaban consigo varias bolsas llenas de ropa de maternidad especialmente diseñada para hombres, pensando en la comodidad y el estilo de Satoru.

Al verlos llegar, Satoru se sintió profundamente conmovido. "¡Megumi! ¡Geto! ¡Shoko! ¿Qué hacen aquí tan tarde?" preguntó con una sonrisa, aunque ya podía adivinar la respuesta.

Megumi, con una leve sonrisa, le entregó una de las bolsas. "Pensamos que podrías necesitar esto, sensei. Ropa de maternidad diseñada para hombres como tú."

Satoru, con los ojos brillantes de emoción, abrazó a Megumi con fuerza. "Gracias, Megumi. Ahora vas a tener un hermanito," dijo, con un tono tierno y emocionado. Megumi, aunque no lo mostraba abiertamente, se sintió cálido por dentro ante el gesto de Satoru.

Geto, viendo la escena, sonrió y se acercó a Satoru. "Pensamos en quedarnos un rato contigo, Satoru. Pasar una noche agradable, como en los viejos tiempos."

Satoru asintió, feliz de tener a sus amigos y seres queridos a su alrededor en un momento tan importante. "Me encantaría," dijo, dejando las bolsas a un lado y guiando a sus amigos hacia el interior de la residencia.

La noche transcurrió en un ambiente relajado y amigable. Geto y Shoko compartieron anécdotas divertidas, mientras Megumi observaba a Satoru con una mezcla de admiración y cariño. Para Satoru, esos momentos eran invaluables. Sentía el amor y el apoyo de las personas más importantes en su vida, lo que le daba la fuerza para enfrentar cualquier desafío que viniera.

Mientras la noche avanzaba, Satoru se sentía más agradecido que nunca por tener a su lado a personas que realmente se preocupaban por él y por su futuro bebé. Aunque sabía que todavía quedaban muchas dificultades por delante, esa noche le dio la esperanza y la determinación para seguir adelante, rodeado del amor de su familia y amigos.

Esa noche, mientras Shoko y Megumi dormían profundamente, Satoru se despertó inquieto. Sintiendo la necesidad de tomar aire fresco, se levantó y salió al jardín, buscando la paz y la tranquilidad de la madrugada. Se sentó debajo de un árbol, disfrutando del silencio y la brisa fresca.

Suguru, que había notado la ausencia de Satoru, se preocupó y salió a buscarlo. Lo encontró sentado en el jardín, envuelto en sus pensamientos. Sin decir nada al principio, Suguru se acercó con una manta cálida y la colocó suavemente sobre los hombros de Satoru. "Te vas a resfriar si sigues aquí fuera," le dijo con una voz suave y preocupada.

Satoru sonrió agradecido y permitió que Suguru se sentara a su lado. Después de un momento, recostó su cabeza en el pecho de Suguru, buscando consuelo en su amigo. Suguru, sintiendo una mezcla de tristeza y ternura, comenzó a jugar con el cabello de Satoru.

"Sabes, Satoru," dijo Suguru con un suspiro, "tenía una leve esperanza de que el hijo que esperas fuera mío."

Las palabras de Suguru hicieron que Satoru recordara la noche que habían compartido juntos, una noche que había sido especial y significativa para ambos. Recordaba los sentimientos confusos y las emociones que habían experimentado.

"Suguru," murmuró Satoru, levantando la vista para encontrarse con los ojos de su amigo, "esa noche fue importante para mí también. Pero las cosas son como son ahora."

Suguru asintió, tratando de mantener una expresión neutral. "Lo sé, Satoru. Solo quería que supieras lo que sentía."

Satoru sonrió tristemente y volvió a recostar su cabeza en el pecho de Suguru. "Gracias por estar aquí para mí, Suguru. Significa mucho."

Los dos amigos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche y de la compañía mutua. Aunque el futuro era incierto, en ese momento compartido encontraron un consuelo que les daba fuerza para enfrentar lo que vendría.

Satoru, sumido en el momento y sintiendo una conexión profunda con Suguru, se dejó llevar por sus emociones. Acarició suavemente la barbilla de Suguru y, aunque sabía que un beso no resolvería sus problemas, se inclinó hacia él, deseando sentir ese consuelo y cercanía.

Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, una figura emergió de la oscuridad. Sukuna apareció de repente, interrumpiendo el momento con su presencia intimidante. "Vaya, Satoru," dijo con una voz burlona, "hice bien en pedir la prueba de ADN. Al menos ahora sabemos la verdad."

La interrupción y las palabras de Sukuna hicieron que Satoru se enfureciera. "¡Eres un idiota, Sukuna!" le gritó, el enojo palpable en su voz.

El ruido del altercado despertó a Shoko y a varios sirvientes del clan Gojo, quienes se apresuraron a ver qué estaba pasando. Megumi, siempre atento, comenzó a grabar la escena con su teléfono, pensando en tener pruebas por si las cosas se salían de control.

Sukuna, ignorando a los espectadores, se acercó a Satoru. "Podemos discutir todo lo que quieras, pero al final, el niño es mío también."

Satoru apretó los puños, tratando de contener su furia. "No tienes ningún derecho a reclamar nada después de cómo me trataste," respondió con firmeza.

Shoko, preocupada, se acercó a Satoru para intentar calmar la situación. "Satoru, por favor, no te alteres," dijo suavemente, consciente de su estado.

Suguru se puso de pie, colocándose entre Satoru y Sukuna. "Esto no es el momento ni el lugar para esto, Sukuna," dijo con seriedad. "Satoru necesita tranquilidad, no más conflictos."

Sukuna miró a Suguru con desprecio, pero al ver la determinación en los ojos de Satoru y la presencia de todos los demás, supo que no ganaría nada continuando la confrontación. "Nos veremos de nuevo, Satoru," dijo, antes de desaparecer nuevamente en las sombras.

Con Sukuna fuera de escena, Satoru se sintió agotado y emocionalmente abrumado. Shoko y Suguru lo apoyaron, llevándolo de vuelta a su habitación mientras Megumi guardaba su teléfono, preocupado por su maestro.

"Necesitas descansar, Satoru," dijo Shoko, con voz firme pero suave.

Satoru asintió, agradecido por el apoyo de sus amigos. Mientras se recostaba, no podía evitar sentir una mezcla de tristeza, frustración y esperanza. Sabía que los desafíos aún estaban por delante, pero con sus amigos y seres queridos a su lado, sentía que podía enfrentarlos.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora