Capítulo 12. Satosugu

182 15 3
                                    

Cuando Suguru Geto llegó a la celda de Satoru a la mañana siguiente, encontró a su amigo luciendo inusualmente animado. Satoru apenas podía contener su emoción mientras le contaba lo que había sucedido la noche anterior.

"Suguru, no vas a creerlo," comenzó Satoru, sus ojos brillando de emoción. "Sukuna vino a verme anoche y... ¡me prometió liberar todos mis votos vinculantes si le dejo sostener al bebé cuando nazca! ¿Puedes creerlo?"

Geto forzó una sonrisa, tratando de ocultar el dolor que sentía al escuchar la emoción en la voz de Satoru. "Eso suena... increíble, Satoru," dijo con voz controlada, aunque por dentro su corazón se rompía un poco más. Aún estaba profundamente enamorado de Satoru, y verlo tan feliz por Sukuna era una herida difícil de soportar.

Satoru, perceptivo como siempre, notó la tensión en los ojos de Geto. Antes de que pudiera preguntar, Geto se levantó bruscamente. "Lo siento, Satoru. Tengo que irme. Hay algo que debo hacer."

"Suguru, espera..." Satoru intentó detenerlo, pero Geto ya se dirigía hacia la puerta, su silueta desapareciendo rápidamente por el pasillo.

Quedándose solo nuevamente, Satoru sintió una mezcla de emociones. La felicidad por la promesa de Sukuna se mezclaba con la preocupación por Geto. Aunque estaba emocionado por el futuro, no podía ignorar el dolor en los ojos de su amigo.

Con un suspiro, Satoru se recostó en su cama, acariciando suavemente su vientre. "Las cosas nunca son fáciles, ¿verdad, pequeño?" murmuró, pensando en el complicado entramado de relaciones y sentimientos que lo rodeaban. Sabía que tendría que encontrar una manera de arreglar las cosas con Geto, pero por ahora, se centró en la promesa de Sukuna y la esperanza que esta traía consigo.

Cinco meses habían pasado desde la última visita de Suguru Geto, y Satoru Gojo se había acostumbrado a la soledad en su celda. Al principio, la tristeza por la ausencia de su amigo era abrumadora, pero con el tiempo, esa tristeza se transformó en un profundo dolor. Satoru no podía entender por qué Geto había decidido alejarse sin darle la oportunidad de hablar y resolver las cosas como los adultos que eran.

El vientre de Satoru estaba ligeramente abultado, y a menudo se encontraba hablando con su bebé para llenar el vacío que la soledad le dejaba. "¿Sabes, pequeño?" decía mientras acariciaba su vientre. "A veces las personas nos decepcionan de maneras que no esperamos. Crees que alguien siempre estará ahí para ti, y de repente, se van sin decir nada. Es difícil, pero tenemos que ser fuertes."

En ese momento, Satoru sintió una pequeña patadita dentro de su vientre. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras continuaba hablando con su bebé. "Ah, así que estás ahí, ¿eh? Ya puedo sentirte moviéndote. Es reconfortante saber que no estoy tan solo."

Satoru cerró los ojos, dejándose llevar por el momento de conexión con su hijo. "Prometo que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase," susurró. "No dejaré que nadie te haga daño, ni siquiera tu padre."

Las palabras de Satoru flotaban en el aire de la celda, cargadas de determinación y amor. Aunque la soledad era abrumadora, encontraba consuelo en la vida que crecía dentro de él. Sabía que la batalla aún no había terminado y que tendría que enfrentar muchos desafíos, pero por ahora, se aferraba a la pequeña chispa de esperanza que su bebé le proporcionaba.

Mientras Satoru se preparaba para otro día de aislamiento, se prometió a sí mismo que encontraría una manera de superar todas las dificultades. No solo por él, sino también por su hijo, quien ya le daba la fuerza para seguir adelante.

A los ocho meses de embarazo, el vientre de Satoru estaba ya muy abultado, y aunque moverse se volvía cada vez más difícil, encontraba alegría en las conversaciones que mantenía con su bebé. Usaba ropa cómoda y fresca, y aunque había dejado de hacer ejercicio, no se sentía muy gordo, aún manteniendo su elegancia innata.

Mientras se sentaba en su celda, acariciando su vientre y hablando suavemente con su bebé, una figura conocida apareció en la entrada. Suguru Geto había regresado. "Hola, Satoru. ¿Cómo estás?" preguntó, su voz llena de preocupación.

Satoru, aunque sorprendido, decidió fingir que todo estaba bien. "Todo marcha tranquilo," respondió con una sonrisa forzada. "Nada de qué preocuparse."

Suguru suspiró aliviado por un momento, pero su alivio se desvaneció cuando Satoru agregó, "Pero no tengo ganas de hablar con nadie ahora, Suguru. Por favor, vete."

"Pero Satoru, necesito explicarte..."

"No," interrumpió Satoru, dándole la espalda. "Solo vete."

Suguru, dolido, fingió irse, pero se quedó cerca, fuera de la vista de Satoru. Desde su escondite, escuchó la conversación que Satoru mantenía con su bebé. "¿Sabes, pequeño? Hasta mi mejor amigo me ha abandonado. Pero no importa, porque te amo más que a nada en el mundo."

Las palabras de Satoru rompieron el corazón de Suguru. Sabía que había arruinado su amistad y que probablemente nunca podría repararla completamente. Sin embargo, decidió quedarse allí, aunque fuera a la distancia, para estar presente y acompañar a Satoru en su soledad, aunque él no lo supiera.

Esa noche, mientras Satoru seguía conversando con su bebé y luchando contra las lágrimas, Suguru permaneció en silencio, observando desde las sombras. Aunque no podía estar a su lado físicamente, al menos podía asegurarse de que no estuviera completamente solo. Era su forma de intentar enmendar el daño que había causado, esperando que, algún día, Satoru pudiera encontrar en su corazón el perdón que tanto anhelaba.

ᕦ⁠(⁠ ⁠⊡⁠ ⁠益⁠ ⁠⊡⁠ ⁠)⁠ᕤ

Luego de un tiempo, Satoru, cansado de la vigilancia constante de Suguru, decide enfrentar la situación. Con tono sarcástico, dice, "Suguru, ya sé que estás ahí. Mis seis ojos no me dejan ignorarlo."

Suguru, desde su escondite, sonríe y se deja ver. "Me atrapaste," responde, su voz cargada de una mezcla de alivio y nerviosismo.

Satoru, ya un poco menos herido por la ausencia de Suguru después de diez días de reflexión, suspira y dice, "Bueno, ya que estás aquí, ¿por qué no me cuentas un par de chismes?"

Suguru sonríe ampliamente y se sienta cerca de la celda de Satoru, comenzando una conversación animada. Le cuenta sobre los últimos eventos en la escuela, las travesuras de los estudiantes y las novedades entre los altos mandos. La charla ligera y las risas compartidas comienzan a aliviar la tensión entre ellos.

Después de un rato, Satoru, con una mirada seria pero llena de esperanza, dice, "Suguru, he estado pensando... Me gustaría que tú fueras el padrino de mi hijo."

Suguru, sorprendido y emocionado, se queda sin palabras por un momento. Luego, con una sonrisa que refleja tanto gratitud como arrepentimiento, responde, "Sería un honor, Satoru. Prometo que siempre estaré ahí para ti y tu hijo."

El ambiente se llena de una sensación de reconciliación y promesas renovadas. Aunque las heridas aún no estaban completamente sanadas, este momento marcaba un paso importante hacia la reconstrucción de su amistad. Mientras la noche avanzaba, Satoru y Suguru continuaron su conversación, ahora con una nueva conexión y entendimiento entre ellos.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora