Capítulo 23. Fortaleza

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El ambiente en la residencia del clan Gojo era animado y lleno de una extraña mezcla de tensión y alegría. Satoru Gojo, el hechicero más fuerte, había pasado por una serie de conflictos internos y externos para proteger a su hijo. Hoy, el nombre de su hijo sería decidido finalmente.

“Sensei, ¿cómo se llama tu bebé?” preguntó Nobara con una sonrisa curiosa.

Satoru miró al bebé en sus brazos, una mezcla de amor y preocupación llenando su corazón. “He decidido llamarlo Rin,” dijo con firmeza.

Yuuji sonrió ampliamente al escuchar el nombre. “Rin es un nombre genial, sensei.”

Megumi, que cargaba a Rin en ese momento, miró al bebé con cariño. “Es mi hermanito ahora,” dijo con una sonrisa suave. Rin gorgoteó felizmente, aparentemente disfrutando de la atención y el amor que lo rodeaba.

Pero la paz se rompió abruptamente cuando Sukuna apareció de repente. El aire se volvió tenso mientras el Rey de las Maldiciones se acercaba, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y burla.

“Rin, ¿eh?” Sukuna se burló, su tono cargado de desdén. “Ese nombre es débil. Lo llamaré Ryū. Es un nombre más fuerte, más adecuado para un hijo mío.”

Satoru se irguió, su postura protectora. “No tienes derecho sobre él, Sukuna. Su nombre es Rin.”

Sukuna ignoró las palabras de Satoru y tomó al bebé en brazos. Yuuji, con el rostro endurecido por la resolución, se adelantó. “Tío, respeta a mi sensei y a su decisión.”

Pero Sukuna no le prestó atención y se giró para irse. Mahito, fascinado por el bebé, observaba con interés. Esperaba una oportunidad para jugar con el alma del niño, ansioso por ver la reacción de Satoru.

Cuando Mahito intentó tocar al bebé, descubrió que no podía. El pequeño Rin había heredado el Infinito del clan Gojo, una barrera impenetrable que protegía su delicada alma. Esto puso a Sukuna increíblemente feliz.

“Será poderoso e imparable,” murmuró Sukuna con una sonrisa orgullosa mientras sostenía a Rin.

Jogo, con su habitual actitud agresiva, quiso lanzar llamas hacia el bebé, pero Sukuna lo detuvo. “Si algo le pasa, Satoru me odiará para siempre,” dijo con un tono que mezclaba advertencia y posesión.

Mahito, en tono burlón, felicitó a Sukuna. “Qué honor, embarazar a Satoru Gojo. Nunca pensé que tendría ese lado.”

Sukuna soltó una risa fría. “Antes era menos amargado. La conexión sucedió, y aquí estamos.”

Mahito, persistente en su deseo de probar la resistencia del alma del bebé, intentó nuevamente tocarlo, pero Rin lo rechazó una vez más. Solo Hanami y Dagon parecían ser aceptados por el pequeño, mostrando su bondad natural hacia él. Jogo, respetando la jerarquía y la conexión de sangre, no intentó nada más.

Sukuna, con el bebé en brazos, pensaba en las posibilidades que su hijo podría traer. Imaginaba a Rin liderando el clan Gojo, quitando a Satoru del camino y permitiendo que las maldiciones gobernaran. Pero sabía que Satoru jamás dejaría de ser el líder a menos que muriera.

Mahito, con una sonrisa maliciosa, intervino. “Si Satoru Gojo fallece, Sukuna, podrías quedarte con el bebé sin restricciones. Nadie se opondría.”

Hanami, siempre dispuesto a colaborar en los planes de Sukuna, asintió. “Si todos lo atacamos juntos, no tendría escapatoria.”

Jogo, con su característica malicia, agregó. “Estoy más que preparado para rostizar a Satoru Gojo.”

Pero el bebé, sensible a las intenciones oscuras que lo rodeaban, comenzó a llorar. Sukuna, sorprendido por la reacción, lo tomó en brazos y le prometió suavemente, “No le haré nada a tu otro padre, al menos mientras creces. Sé que lo extrañarías.”

Satoru Gojo podría importarle poco a Sukuna en este momento, pero entendía que, por ahora, Satoru era el único que podía cuidar de su hijo de manera adecuada.

Mientras tanto, en la residencia del clan Gojo, Satoru se encontraba rodeado por sus estudiantes. La tensión en su rostro era evidente. Estaba preocupado, no solo por la seguridad de su hijo, sino también por la influencia de Sukuna.

“Sensei, ¿estás bien?” preguntó Megumi, su voz llena de preocupación.

Satoru asintió, aunque su expresión decía lo contrario. “Estoy bien, Megumi. Solo… pensando en cómo proteger mejor a Rin.”

“¿Crees que Sukuna lo hará daño?” preguntó Nobara, sus ojos reflejando el miedo que todos sentían.

“Espero que no,” respondió Satoru, su voz más suave. “Pero no puedo arriesgarme. Debo encontrar una manera de asegurar su seguridad, sin importar las circunstancias.”

Mientras los estudiantes conversaban y trataban de consolar a su sensei, Sukuna regresó con Rin. Satoru inmediatamente sintió una mezcla de alivio y tensión.

“Veo que has vuelto,” dijo Satoru, su voz firme pero con un toque de alivio.

Sukuna sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos. “Como prometí. Pero debemos hablar, Satoru. No podemos seguir así para siempre.”

Satoru asintió, sabiendo que el conflicto con Sukuna no había terminado, pero decidido a proteger a su hijo a toda costa. Mientras tanto, los estudiantes se mantuvieron cerca, listos para apoyar a su sensei y a su hermanito, Rin.

La situación era compleja y peligrosa, pero Satoru Gojo estaba decidido a enfrentar cualquier desafío que viniera. Con sus amigos y estudiantes a su lado, sabía que tenía una oportunidad de mantener a su hijo a salvo, sin importar las intenciones de Sukuna y sus secuaces.

A medida que el día avanzaba, Satoru se sentía cada vez más decidido a encontrar una solución. Sabía que no podía depender de la buena voluntad de Sukuna para siempre. Tenía que tomar el control de la situación y asegurar el futuro de su hijo.

Mientras Sukuna se retiraba con una mirada que prometía más desafíos por venir, Satoru se volvió hacia sus estudiantes. “Gracias por estar aquí, por protegernos. Sé que no es fácil, pero juntos, podemos enfrentarlo.”

Yuuji asintió, con una mirada decidida. “Sensei, no dejaremos que te enfrentes a esto solo. Rin es nuestra familia también, y lo protegeremos con todo lo que tenemos.”

Nobara, con su determinación habitual, agregó, “No permitiremos que nadie le haga daño a Rin, ni siquiera Sukuna.”

Megumi, sosteniendo a Rin en sus brazos, miró a su sensei con una firmeza que rara vez mostraba. “Somos una familia, sensei. Y las familias se cuidan entre sí.”

Satoru sintió una calidez en su corazón al escuchar las palabras de sus estudiantes. Sabía que no estaba solo en esta lucha. Juntos, podían proteger a Rin y encontrar una manera de asegurar su futuro.

Mientras el sol se ponía y la noche comenzaba a caer, Satoru Gojo miró a su hijo, sintiendo una renovada determinación. Sin importar lo que el futuro les deparara, estaba listo para enfrentar cualquier desafío, siempre y cuando su hijo estuviera a salvo y rodeado de amor.

Con esa determinación en su corazón, Satoru abrazó a Rin, susurrándole una promesa de amor y protección eterna. Y así, con sus amigos y estudiantes a su lado, se preparó para la batalla que sabían que vendría. Una batalla por el futuro de Rin y por la paz entre los hechiceros y las maldiciones.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora