Capítulo 25. Posesividad

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Con el fin de las vacaciones y el inicio de un nuevo semestre, la preparatoria de hechicería Jujutsu volvía a llenarse de vida. Satoru Gojo, con su característica energía y carisma, estaba listo para retomar sus clases. Sin embargo, esta vez había una adición especial: su hijo Rin, quien ahora tenía seis meses y había comenzado a gatear.

Rin había capturado los corazones de todos en la escuela. Los estudiantes, encantados con el bebé, lo cuidaban con devoción mientras Satoru daba sus lecciones. Nobara, Megumi y Yuuji siempre estaban cerca, asegurándose de que Rin estuviera cómodo y entretenido.

“¡Vamos, Rin! ¡Tú puedes hacerlo!” animaba Nobara mientras Rin intentaba alcanzar un juguete colorido.

Yuuji se unía a los ánimos, sonriendo ampliamente. “Nuestro pequeño guerrero está creciendo rápido, ¿verdad, Megumi?”

Megumi, aunque más reservado, no podía evitar sonreír. “Sí, parece que será tan fuerte como su padre.”

Satoru observaba a sus estudiantes con una sonrisa satisfecha mientras continuaba con su clase. “Bien, chicos, sigamos con la lección. Hoy hablaremos sobre las técnicas de barrera y su importancia en el combate contra maldiciones de alto nivel.”

Los estudiantes escuchaban atentamente, aunque de vez en cuando sus ojos se desviaban hacia el adorable bebé que gateaba por la sala. La presencia de Rin añadía un toque de calidez y normalidad a sus vidas, algo que todos apreciaban profundamente.

Durante el receso, Satoru se dirigió a la cocina para preparar una papilla para Rin. Con manos hábiles, mezcló los ingredientes y comenzó a alimentar a su hijo. Mientras lo hacía, Rin balbuceaba y reía, su pequeña mano alcanzando la cara de Satoru.

De repente, Rin dejó de balbucear y, con un tono claro, dijo: “Papá.”

Satoru se quedó congelado por un momento, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría. “¡Rin, dijiste ‘papá’!” exclamó, abrazando a su hijo con cariño. “¡Estoy tan orgulloso de ti!”

En ese momento, Suguru Geto entró en la cocina, habiendo presenciado la escena. Una sonrisa cálida se formó en su rostro. “Satoru, felicidades. Es un momento especial.”

Satoru, aún emocionado, asintió. “Gracias, Suguru. Este pequeño sigue sorprendiéndome cada día.”

Suguru se acercó, observando al bebé con ternura. “¿Qué te parece si celebramos este momento con una cena? Solo tú y yo.”

Satoru, consciente de lo importante que era darle un momento a Suguru, asintió. “Me parece una excelente idea. Déjame solo encargar a Rin con su padre y nos vamos.”

Suguru sonrió, contento de poder pasar tiempo con su amigo. “Te espero aquí entonces.”

Satoru dejó a Rin en los brazos de Megumi, quien lo cuidaba como a un hermanito menor. Luego, se dirigió a su habitación para arreglarse. Se puso una camisa elegante y unos pantalones que realzaban su figura. Mientras ajustaba su corbata, sintió una presencia familiar.

Sukuna apareció en el umbral de la puerta, con una expresión mezcla de curiosidad y desagrado. “¿A dónde crees que vas, Satoru?”

Satoru lo miró con desdén. “Saldré a cenar con Suguru. No es de tu incumbencia.”

Sukuna frunció el ceño. “No quiero que salgas con Geto. No me fío de él.”

Satoru bufó, irritado. “¿Desde cuándo te importa con quién salgo? Además, no tengo que pedirte permiso para vivir mi vida.”

“Es por Rin. No quiero que estés distraído con Geto mientras deberías estar cuidando a nuestro hijo,” insistió Sukuna, su voz firme.

Satoru lo miró con determinación. “Rin está perfectamente cuidado con mis estudiantes. Y esta cena es importante. No intentes controlarme, Sukuna.”

Sukuna apretó los dientes, pero sabía que no podría convencer a Satoru. “Haz lo que quieras, pero recuerda que Rin es tanto mío como tuyo.”

Satoru no respondió, simplemente salió de la habitación, dejando a Sukuna solo. Se encontró con Suguru, quien lo esperaba pacientemente.

“¿Listo para irnos?” preguntó Suguru con una sonrisa.

Satoru asintió, tratando de dejar atrás la tensión con Sukuna. “Sí, vamos.”

La cena con Suguru fue agradable y relajante. Hablaron de viejos tiempos, de sus estudiantes y de sus esperanzas para el futuro. Satoru se dio cuenta de cuánto había echado de menos estos momentos con su amigo. Suguru, por su parte, disfrutaba de cada momento, sintiendo que su amistad con Satoru se fortalecía nuevamente.

Mientras tanto, de vuelta en la preparatoria, Sukuna observaba a Rin jugar con los estudiantes. Aunque trataba de mantener una fachada indiferente, no podía evitar sentirse conectado con su hijo. Rin, con su risa contagiosa y su curiosidad insaciable, había suavizado incluso el corazón endurecido de Sukuna.

Mahito, siempre intrigado por el bebé, se acercó a Sukuna con una sonrisa maliciosa. “¿Cómo va la paternidad, Sukuna?”

Sukuna lo miró con frialdad. “Rin es mi prioridad. Y te advierto, Mahito, no intentes nada con él.”

Mahito levantó las manos en señal de rendición. “Tranquilo, solo estoy curioso. Es interesante ver a alguien como tú con un bebé.”

Sukuna ignoró el comentario y se centró en Rin, quien estaba tratando de alcanzar un juguete. Lo levantó con cuidado y lo colocó en su regazo. Rin, feliz, balbuceó algo y se acurrucó contra Sukuna.

Cuando Satoru y Suguru regresaron de su cena, encontraron a Sukuna sentado en la sala con Rin en sus brazos. Satoru, aunque sorprendido, decidió no hacer comentarios. Estaba agotado y solo quería disfrutar de un momento de paz con su hijo.

Suguru, observando la escena, sintió una mezcla de emociones. Estaba feliz de ver a Satoru tan comprometido con su hijo, pero no podía evitar sentirse preocupado por la influencia de Sukuna.

“Parece que Rin ha tenido una noche agitada,” comentó Suguru con una sonrisa.

Satoru asintió, tomando a su hijo en brazos. “Sí, ha sido un día largo para todos nosotros.”

Suguru se despidió, prometiendo volver a visitarlos pronto. Satoru, con Rin en brazos, se dirigió a su habitación, seguido por Sukuna.

“Hoy ha sido un buen día para Rin,” dijo Sukuna mientras observaba a Satoru acostar al bebé.

“Sí, lo ha sido,” respondió Satoru suavemente. “Pero eso no cambia nada entre nosotros, Sukuna.”

Sukuna asintió, pero no respondió. Observó cómo Satoru se acomodaba en la cama junto a Rin, su expresión suavizándose mientras veía a su hijo dormir.

Mientras las luces se apagaban, una sensación de paz llenó la habitación. Aunque la situación entre Satoru y Sukuna seguía siendo complicada, había momentos como este en los que todo parecía estar en equilibrio.

Satoru, aunque cansado, sonrió mientras acariciaba suavemente la cabeza de su hijo. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con Rin a su lado, estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío. Y mientras cerraba los ojos, con Sukuna vigilando silenciosamente desde la sombra, Satoru se sintió reconfortado por el amor incondicional que compartía con su pequeño Rin.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora