Capítulo 36. Pena ajena

87 10 2
                                    

Sukuna no pudo evitar notar que el vientre de Satoru estaba creciendo más de lo normal. Aunque estaba concentrado en su plan de recuperarlo , la evidencia del embarazo que dejaba ver ese vientre abultado era algo que no podía ignorar. Entre alegre y pensativo, Sukuna comenzó a convencerse de que, de alguna manera, por el beso que le dio a Satoru durante la cena, había vuelto a embarazarlo. ¿Eso era un ganar, ganar, no?

Un día, mientras Satoru estaba ocupado trabajando en la preparatoria de hechicería y él como siempre se dedicaba a espiarlo, el rey de las maldiciones emergió de las sombras y se acercó sigilosamente para abrazarlo por la cintura, lo atrajo hacia él con suavidad.

"Estoy feliz de tener otro hijo contigo, Satoru," murmuró Sukuna, su voz llena de una extraña mezcla de ternura y orgullo.

Satoru se quedó inmóvil por un momento, sintiendo la calidez de los brazos de Sukuna a su alrededor pero sintiendo la incomodidad por tener que afrontar la verdad aún cuando era demasiado penosa. Luego, de un largo suspiro, Satoru se dio la vuelta para enfrentarlo. "Sukuna, esto es algo que debo aclarar. Este bebé no es tuyo. Es mío y de Suguru."

El rostro de Sukuna se contrajo en una expresión de sorpresa y luego de vergüenza. Se apartó de Satoru y se fue directo hasta sus dominios sin decir una sola palabra más y sin saber qué decir o cómo reaccionar.

Una vez en sus dominios, mientras Sukuna se sentaba en su trono, Mahito se le acercó, notando la confusión y la vergüenza en su líder. Con una sonrisa traviesa (ya que sabía los chismes de todo el mundo), decidió aprovechar la oportunidad para burlarse un poco de Sukuna.

"Sukuna-sama, parece que necesitas una pequeña lección sobre cómo se hacen los bebés," dijo Mahito, su tono lleno de diversión. "Verás, un beso no es suficiente para que alguien quede embarazado. Se necesita algo más... íntimo."

Sukuna levantó una ceja, mirándolo con desdén. "Sé cómo funcionan las cosas, Mahito. No soy un ignorante." Masculló con aparente vergüenza recordando más cosas sobre los humanos.

Mahito soltó una carcajada. "Claro, claro. Pero aún así, parece que necesitas recordar que no puedes reclamar a un hijo como tuyo solo porque besaste a su madre. Hay otros... pasos involucrados." Le explicó Mahito aunque por supuesto era ignorado por Sukuna, Mahito había reído con cinismo porque de alguna manera le encantaba decir que Satoru era "la madre" de Rin aunque por supuesto, el hechicero era un hombre cisgénero.

Sukuna, aunque avergonzado, no podía evitar sentirse ligeramente aliviado por la explicación de Mahito. Sin embargo, la realidad de que Satoru estaba esperando un hijo de Suguru le pesaba en el corazón.

Por otro lado, Satoru se sentía cada vez más agotado. Los antojos y las náuseas matutinas no hacían más que recordarle la dificultad de su situación actual. A pesar de todo, se esforzaba por mantenerse enfocado en su trabajo y en la seguridad de las personas bajo su protección.

***

Mientras Rin, el pequeño hijo de Satoru Gojo, jugaba con sus juguetes en el suelo, Satoru lo observaba desde el sofá, una mezcla de preocupación y ternura en sus ojos. Recordaba las complicaciones del primer embarazo: las náuseas matutinas, los dolores y, finalmente, la cesárea que aún le dolía de vez en cuando (incluso después de un año). Pero esta vez, sentía que podía manejarlo mejor. Tenía más experiencia, sabía qué esperar, y lo más importante, tenía a Rin, su mayor motivación.

A pesar de la calma que intentaba proyectar, el peso de la responsabilidad lo asfixiaba a veces. Sabía que con este nuevo bebé llegarían nuevos desafíos, y no estaba seguro de cómo los afrontaría, especialmente con la complicada situación entre él, Suguru y Sukuna.

Una extraña relación entre los más fuertes (Satoru x Sukuna) M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora