Trevor y Fil presenciaban los últimos momentos de Glorian, que agonizaba de dolor físico y mental.
—Poco después descubrí que ella estaba embarazada —continuaba la historia mientras escupía sangre—. Yo maté a mi propio hijo.
Las lágrimas se deslizaban por toda su cara hasta llegar a la boca, impidiéndole así hablar.
—Mierda —Fil se mordía la boca y apretaba los puños, su cuerpo temblando con una mezcla de furia y desesperación—. ¡Joder, joder, joder! —gritaba con todas sus fuerzas.
Al terminar de gritar, se alejó del moribundo hombre y se sentó al lado de un árbol. El chico lo miraba con asombro, viendo a un hombre que mientras estaba con él no mostraba ni una pizca de empatía y que ahora se mostraba vulnerable.
—Lo siento por tu mujer —dijo el niño, mirando a Fil—. Pero, ¿qué pasó con esa niña?
—A esa niña la encontré muerta en un bosque, tenía el estómago desgarrado. Mi objetivo era suicidarme en el bosque, pero el miedo y el deseo de tener el hijo que tanto deseé invadieron mi mente. Y un mensaje que venía desde el interior de mi corazón se preguntaba: ¿Y si pudiera comenzar de nuevo? ¿Y si pudiera vivir una vez más una familia feliz? Y parece ser que no.
—¿Y tienes alguna idea de la causa de su muerte?
—Es probable que se haya topado con un oso y la haya matado.
—Ya veo —reflexionaba el niño.
De golpe, Glorian agarró la camisa del chico.
—Chico —hablaba con dificultad—, ve al sótano, allí dejé todos mis objetos de valor. Se suponía que serían para mi hija, pero lo sé, ella no es mi hija, solo es una chica muerta. La trampilla tiene identificación facial. Así que tendrás que cortarme la cabeza.
—¿Pero por qué tengo que hacer eso? —preguntó disgustado.
—Yo no puedo moverme, así que tendrás que ir solo. Cuando hayas terminado, quiero que quemes mi cuerpo junto a lo poco que queda de la casa. Por favor.
De repente, Finn apareció detrás del niño. Los dos lo miraron con asombro.
—Gracias —le sonrió.
—No hay de qué —frunció el ceño.
Con un movimiento feroz, Finn blandió su hacha y, en un instante, la cabeza de Glorian rodó por el suelo.
—¿Pero qué haces? —le gritó mientras le pegaba puñetazos.
—Acabar con su sufrimiento — respondió sin inmutarse a los golpes.
El hombre se dirigió a la cabeza que había mandado a volar, la cogió por la cabellera y se movió hacia los escombros, apartándolos con una patada. Dejó visible una trampilla en el suelo. Fil acercó la cabeza a la entrada, y esta se iluminó con un tono blanco puro hasta que se abrió por completo.
—Entra —le ordenó.
—¿Qué? —le contestó confundido.
—¡Que entres!
—Bien, bien, vale, voy.
Trevor bajó por las escaleras que llevaban al subsuelo mientras Fil lo seguía por detrás. El camino parecía no terminarse, un hoyo de profundidad desconocida lleno de oscuridad y misterio. Las escaleras tenían un largo trayecto, pero al mismo tiempo contaban una historia que se reflejaba en los sentimientos de Glorian.
Una entrada por fin apareció delante de sus ojos. Al otro lado se encontraba una sala llena de libros y un pedestal donde había un broche de oro cubierto por una fina capa de cristal.
El chaval se acercó al broche, retiró lentamente la cubierta de cristal y se mantuvo contemplándolo durante un corto periodo. Su cara se iluminaba al ver tan precioso objeto.
Al mismo tiempo, se percató de una carta debajo del broche. La cogió, la abrió para leerla, pero para su sorpresa la hoja estaba completamente en blanco. Le dio la vuelta a la hoja y vio que había una frase escrita: “Lo siento”.
—¿A quién se disculpa? —se preguntó confundido.
Con sumo cuidado, se puso el broche en el pecho y este se sujetaba con fuerza.
—Bien, y ahora, ¿qué quieres hacer? —le preguntó Fil, que contemplaba al chico a la distancia—. ¿Vas a volver a revivir a la chica? ¿Vas a seguir con el entrenamiento para poder sobrevivir en este mundo cruel? ¿Vas a esconderte en este sitio y huir? Dime, ¿qué quieres hacer?
Tantas preguntas le hicieron incapaz de contestar de inmediato. No sabía qué hacer, cómo hacerlo o cuándo hacerlo, pero tenía clara una cosa: si de verdad quería ser libre, tenía que esforzarse mucho.
—Solo puedo seguir adelante, nada más.
Un destello del bastón que llevaba el chico se iluminaba, convirtiéndose en la misteriosa criatura Bob.
—Y yo estaré a su lado —le contestó Bob.
Fil comenzó a reírse a carcajadas.
—Menuda respuesta de mierda. Bien, espero que estés preparado para el infierno.
—No tengo elección.
—Si no tienes elección.
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La luz del héroe
ActionSinopsis: Trevor, el hijo menor de la familia Windsor, es reconocido por la gente como el "príncipe de la voz frágil". Debido a su débil condición física y a su voz aguda y melódica como la de una niña, es despreciado por sus hermanos y su padre; la...