El majestuoso dragón amarillo agitaba sus imponentes alas, surcando el cielo, los vientos y las nubes con una presencia que ahuyentaba a cualquier ave a su paso.
Trevor abría lentamente los ojos, enfrentando las ráfagas de viento que azotaban su rostro.
— ¡Aaaaaah! — exclamaba mientras se agitaba en la garra del dragón.
— No llores tanto, podrías caerte — le habló el dragón con una voz grave y potente.
— Un, un, un dragón — tartamudeó.
— Sí, tu hermano ya te lo había mencionado.
— Hermano — su mente revivió la escena del último momento con Percival.
— Te pedí que no lloraras, te advertí que podrías caerte.
— ¡No estoy llorando! — le replicó.
— Sí que lo haces, amo — resonó la voz de Bob en su mente.
— ¿Qué? ¿Dónde estás? — le contestó telepáticamente.
— Estoy otra vez en su bolsillo.
Comprobó si era cierto mirando en sus bolsillos y vio a Bob en el derecho, saludando con su pata de hámster.
El aire se volvía más gélido, golpeando el cuerpo del niño y haciéndolo temblar de frío.
— ¿Por qué está empezando a hacer frío? — preguntaba entre tintineos provocados por sus dientes.
— Oh, sí te estoy llevando al territorio de mi hermana, Reser.
— ¡¿Qué?! ¿Voy a conocer a un dragón legendario?
— ¿Por qué te sorprendes tanto si ya conociste a uno? — se señaló con el pulgar.
— Ah, es verdad.
— Tú, ¿qué insinúas?
— Es que no actúas como un ser legendario; más bien, te veo como un viejo vago que nunca trabajaba y solo dormía.
— No te equivocas, pero a pesar de eso, soy un ser legendario que ha vivido durante milenios. Así que tenme respeto.
— ¿Tenerte respeto? — el niño alzó la mirada — ¿Tú le tuviste respeto a mi hermano? ¿Por qué no nos ayudaste? Empezaste a dormir cuando él se estaba murmiendo. Ten en cuenta esto; si no fuera porque estamos en los cielos volando, nunca te hubiera seguido.
El silencio se extendió entre ellos, dejando pasar el sonido de las fuertes ráfagas de viento rozando sus cuerpos.
— Primero, esto no se trata de si respetaba o no a tu hermano. Hicimos un trato y me pagó una fortuna solo para alejarte de la mansión. Segundo, él fue descuidado; en este mundo gana el que sobrevive, y él perdió. Por eso acordamos un segundo trato, entrenarlo para que sobreviva. Y tercero, ya hemos llegado, así que es tarde para echarse atrás.
El dragón aterrizó en una zona cubierta de nieve, depositó al niño en el suelo blanco y volvió a transformarse en su forma humana.
— ¿Dónde estamos? — preguntó desconcertado mientras contemplaba el paisaje nevado.
— Ya te lo dije, estamos en el territorio de mi hermana.
— ¿Y por qué estamos aquí?
— Cuántas preguntas haces — suspiró — he quedado aquí con mi hermana para que nos traiga a la persona que te va a ayudar a sobrevivir.
Un dragón azul escarlata sobrevolaba los cielos cargado con un cuerpo atado por cadenas de plata. Se posó sobre la nieve con suma delicadeza y dejó el cuerpo en el suelo.
— Hermano, te lo dejo a tu cargo — le habló el dragón mientras le brotaban las lágrimas — este hombre vive en un tormento y una oscuridad demasiado profunda como para poderlo salvar.
— Tranquila, ya has hecho suficiente, gracias — le contestó mientras observaba al hombre encadenado tumbado en el suelo.
— Vale, entonces me marcho.
El dragón alzó el vuelo con suma elegancia y se alejó entre las nubes y el viento.
Reginald se agachó para mirar al hombre que se hallaba tumbado en el suelo. El encadenado tenía una densa barba que le cubría la parte inferior de su cara, el cabello lleno de rastas con aros de metal en algunas de ellas, llevaba puesto un taparrabos que solo le cubría la parte inferior de su cuerpo, dejando al descubierto su torso de tono negro, con tatuajes blancos y rojos.
Reginald le cogió de la barbilla y le miró a los ojos. En su mirada encontró melancolía, tristeza y sobre todo una ira tan intensa que asustaba incluso a Trevor, que se encontraba más lejos que él.
— Fil Crowder, el hombre apodado como el caza dragones, un hombre capaz de derrotar a un dragón superior él solo — le sonrió.
El hombre se le quedó mirando con sus oscuros ojos, poco después le escupió en la frente.
— Ustedes, sucios dragones, os mataré tarde o temprano — dijo con furia.
— Pero estás aquí atado, ¿cómo vas a hacer eso si no puedes quitarte las cadenas?
— ¡Os mataré, os mataré! — gritaba mientras emitía un fuego de tono granate y destellos negros.
— Así que hiciste contrato con varios espíritus malignos.
Trevor presenciaba cómo el hombre se incendiaba en su propio odio representado en llamas. Un odio que escondía una gran tristeza, representada en una pequeña lágrima que se evaporaba entre las llamas pero que el niño fue capaz de percibir.
Rápidamente, el niño corrió hacia el encadenado y le abrazó con fuerza. Aún mientras las llamas le quemaban y le dañaban, él seguía aferrado a él.
— Tú, niño loco, aléjate de él — gritó Reginald extendiendo su brazo para apartarle.
Pero antes de que eso sucediera, las llamas se atenuaron más y más hasta quedar solo el hombre desnudo y vulnerable.
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La luz del héroe
ActionSinopsis: Trevor, el hijo menor de la familia Windsor, es reconocido por la gente como el "príncipe de la voz frágil". Debido a su débil condición física y a su voz aguda y melódica como la de una niña, es despreciado por sus hermanos y su padre; la...