Capítulo 18: Grandes destellos

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El fuego desvanecía los escombros y el cuerpo de Glorian. El niño y la niña observaban las llamas arder con intensidad. Ella, conmocionada, miraba al chico de vez en cuando, notando la seriedad y la lejanía en su mirada, que parecía reflejar un futuro aún por escribir.

Los años pasaron, y la vida de Trevor se convirtió en una lucha constante por sobrevivir. Combatía bestias en laberintos ocultos y en los bosques, mientras se sometía a un entrenamiento físico que casi lo llevaba al límite. Trevor sentía que su mente se desvanecía, pero solo con mirar a Grisel, la chica que había revivido, recuperaba extrañamente su energía y seguía esforzándose al máximo en todo lo que hacía.

El fuego de la fogata ardía con intensidad, iluminando los recuerdos de Trevor, ahora con 16 años. Extendió las manos, permitiendo que el calor acariciara la punta de sus dedos, recorriendo su cuerpo como una suave corriente de aire. A su lado, Grisel observaba las llamas, inmóvil y absorta. Más apartado, Fil mantenía su mirada fija en Grisel, mientras al otro lado Bob se balanceaba inquieto, creando un contraste de serenidad y movimiento alrededor del fuego.

—Trevor —habló Fil, sin dejar de mirar a la chica—, siempre quise preguntarte, ¿por qué te empeñaste en revivir a este cadáver?

—Ya lo dije, para que recupere su memoria —respondió Trevor, mirando la fogata.

—Hay más que eso, ¿verdad?

Trevor no le contestó.

Fil frunció el ceño y, con furia, agarró a Trevor por la camisa.

—Niño, esa cosa es un puto cadáver.

Trevor se mantuvo en silencio.

—Es un lastre para ti. Sabes que sobrevivirías si la dejaras como estaba —dijo Fil, tras unos minutos en silencio—. Ya no puedo seguir así, me iré mañana por la mañana.

—¿Te concentrarás en tu venganza? Hablas de que ella es un lastre, pero creo que prefiero tenerla como lastre a estar atado a una venganza sin sentido.

—¿Oh, desde cuándo te volviste tan mayor para contestarme de esta manera?

—Desde que comprendí que solo me entrenabas para ayudarte a matar dragones. Te soy útil, por eso estás aquí.

Esta vez, Fil se mantuvo en silencio.

—Fil, ¿recuerdas cuál era mi razón para ser más fuerte?

—Sí, dijiste que querías sobrevivir por eso...

—¿Y sabes por qué quería sobrevivir?

Incapaz de contestar, Fil frunció el ceño. Grisel los observaba, inexpresiva como siempre, mientras Bob seguía balanceándose de un lado a otro.

—Quería una vida tranquila, una vida en la que pudiera experimentar la felicidad y la paz. No sé cuándo voy a morir, pero sé que mi vida no durará mucho si sigo el camino de tu venganza.

—¿Y crees que no intenté soltarme de estas ataduras? —Fil lo soltó finalmente—. Mi vida está consumida por mi ira y las heridas de mi pasado, porque soy incapaz de olvidar. No tengo esa facilidad que tú tienes de dejar el pasado atrás y no mirarlo ni una sola vez.

—Es cierto que nuestros pasados son dolorosos, pero yo no olvido; simplemente no dejo que influyan en mi presente.

—Qué mentalidad tan simplista.

—Las respuestas suelen ser más simples de lo que creemos.

—Bien, hemos terminado —dijo Fil con desprecio—. No esperaré hasta mañana, me iré ahora.

Cogió su bolsa y la colgó de su hombro.

—Adiós, Trevor Windsor —dijo, deteniéndose un momento—. Y ten cuidado, parece que pronto habrá una batalla entre la facción demonoide y la facción bestia en esta área.

—Gracias por la información.

Fil lo miró de reojo y se marchó.

—¿Por qué me reviviste? No tengo ningún valor en este mundo —preguntó Grisel.

—No, mi madre siempre decía que mientras un ser vivo tenga una historia, será valioso para el presente y el futuro.

Ella guardó silencio de repente. Trevor la miró con ternura.

—Perdón, ni yo sé por qué te reviví. Solo pensé que seguramente serías importante para mí, eso es todo.

—Qué raro es mi amo —se rió Bob a carcajadas—. No puedo creer que diera una respuesta tan mala como esa.

—No, creo que es la respuesta que necesitaba —replicó Grisel.

En pocos momentos, soltó una leve sonrisa, pero lo suficientemente cautivadora para calentar el corazón de Trevor.

—Bien, creo que deberíamos dormir. Mañana tenemos que intentar salir de este bosque y no vernos envueltos en la batalla.

Apagaron la fogata y los tres se acostaron en el rocoso suelo.

El sol golpeaba en el rostro de Trevor, haciéndolo despertarse e intentar levantarse del suelo. Pero no podía, ya que se encontraba atado y cargado por un hombre barbudo. En el otro brazo del hombre estaba Grisel, que también estaba siendo cargada. Bob se encontraba en el bolsillo del chico, mirando en silencio.

Con facilidad, Trevor quemó las cuerdas que lo ataban y, con un giro, conectó una patada al hombre, dejándolo arrastrándose en el suelo y haciendo que la chica cayera. Trevor se sentó encima del hombre y lo agarró de la camisa.

— ¿Quién eres? — le preguntó, mirándolo a los ojos.

El hombre solo pudo responder con una mirada de preocupación.

— Lo siento, lo siento — comenzó a llorar.










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