VII: ¿Sueño o pesadilla?

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—Qué dulce aroma...

Algo sucede con él.

Algo está mal con él.

—Puedo ayudarte... Omega.

Debe correr. Tiene que escapar, pero su cuerpo no lo obedece.

No puede moverse.

Pronto, su desesperación es desenvocada en lágrimas que comienzan a bordear sus ojos y nublarle la vista.

Quieto.

Entonces se paraliza, pues lo peor que puede sucederle por nacer en el cuerpo inútil e inservible que posee, está pasando.

—Qué buen chico...

Cierra con fuerza los ojos. No quiere ver. Está indefenso y sabe que no puede recurrir a nada para protegerse.

«Maldito inútil... »

—Qué piel más suave.

Y lo único que puede hacer es abrir su palma y llevarla a su rostro, pues antes de ser consciente del cómo es totalmente traicionado por su propio cuerpo, se cegaría él mismo.

—Hueles tan bien...

No quiere oír ni ver, sentir o percibir. Katsuki prefiere morir antes que presenciar algo como eso.

De rodillas.

Sumisión, rendición, sometimiento y dejadez. Son aquellos los sinónimos que han hecho parte de la vida de Katsuki un infierno, pues, ¿qué objetivo tiene defenderse si desde el momento en el que nació fue condenado al mismo destino que todos dentro de su casta?

—Kacchan...

Aunque a lo lejos una voz de preocupación se hace notar, se niega a escuchar a alguien más. Ha aceptado su destino y el permitirse ayuda ajena le repugna más de lo que puede manejar.

¡Kacchan!

Entonces, se permite respirar con fluidez. Sus ojos son abiertos de golpe y su respiración se ve agitada debido a su sobresalto. Con incredulidad, palpa la suave tela que cubre la mitad de su cuerpo. Su rostro, frío y sudoroso a la vez, lo hace comprender su situación.

—Estoy en mi habitación —se dice a sí mismo para tratar de tranquilizar a su frenético corazón.

Comienza a hartarse de cuán perturbadora puede ser su cabeza a la hora de dormir.


𖹭

Se siente extraño. Ya se había acostumbrado a la insistencia del adorable pecoso esperando por él fuera de la agencia; Sin embargo, algo ha cambiado, pues Izuku no está parado frente a la gran puerta de cristal con su uniforme escolar. Katsuki odia admitirlo, pues aunque debería sentirse feliz porque finalmente sucede lo que creía y aseguraba querer, su consciencia y corazón le juegan sucio, haciéndolo miserable otra vez.

«Estoy loco »se dice a sí mismo, y es que, ¿en qué está pensando de todas formas? Izuku es sólo un chico, y uno de secundaria, cabe aclarar.

Sus días han sido tan pacíficos que, en algún momento, dicha tranquilidad llega a sentirse abrumadora.

¡Espérame, Kacchan! [DekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora