XIV: Antifaz II

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Un golpe tras otro, y otro y otro.

Katsuki se había quedado petrificado ante lo que veía, pues el pecoso parecía querer matar al chico que tenía debajo. Algo de sangre salpicó frente a sus botas.

—¡¿Qué mierda están haciendo ustedes dos?! —Las salpicaduras sanguinolentas a sus pies lo hacen despertar. Empuja con fuerza al chico que parece poseído sólo para quitarlo del torso del pelinegro. No sabe si aliviarse por ello, pero en el fondo le agradece al único hilo de razón que ambos estudiantes parecen compartir, pues ninguno de los dos está usando su don.

—¡¿Cuál es tu puto problema?! —grita su pregunta con dificultad y aún en el suelo quien tiene el rostro ensangrentado, pero el responsable no muestra arrepentimiento alguno, mas al contrario, sus ojos dan indicios de querer destrozarlo con sus propias manos.

—Malditos mocosos busca pleitos... —Katsuki cierra los ojos con pesadez y masajea el puente de su nariz—. Si quieren matarse, ¡háganlo fuera de la jodida agencia!

E Izuku no da respuesta, porque a pesar de que ha recuperado el antifaz del cenizo, la sangre de su cuerpo efervesce en furia pura.

—Maldito consentido... —murmura el pelinegro, poniéndose de pie para sostener su maleta con la intención de retirarse.

Y lo dicho por el azabache no es más para Izuku que un motivo por el cuál terminar con lo que inició—. ¿Qué dijiste? —Le pregunta, haciendo a un lado al cenizo y acercándose amenazante a su compañero.

Katsuki, hastiado de tener que lidiar cada día con un incompetente diferente, reacciona y se planta en medio de ambos—. Les aseguro que no es al hospital a donde van a llegar si continúan con sus niñeríos —Les advierte, apuntando a sus costados con ambas manos—. Así que, si no quieren más que un puto reporte, les recomiendo seguir jugando en otro lugar.

Un bufido se escucha por parte del pelinegro, quien trata de caminar correctamente y salir de la sala, pues su nariz y boca echan sangre por el impulsivo actuar de su compañero.

Una vez se escucha el click de la puerta al cerrarse, Katsuki se permite suspirar con cansancio. Baja sus manos con calma y dirige su mirada hacia el pecoso, tratando de encontrar una explicación al por qué parecía querer matar al otro chico; Sin embargo, Izuku no hace más que apuñar sus manos con fuerza y observar aún la puerta de salida.

Katsuki, haciendo honor a su naturaleza por la curiosidad, no puede evitar indagar en los demás de una manera brusca—. Vaya que has crecido —Le comenta con burla, y en respuesta, el rechinar de los dientes del de mirada fúrica se hace presente—. Pasaste de meterte en peleas de secundaria a peleas en el trabajo...

En un violento movimiento, Katsuki es empujado hacia la otra pila de casilleros, sintiendo la mano del pecoso apretujar su mandíbula y sus dedos presionar fuertemente sus cachetes.

Está dispuesto a empujarlo, pues la fuerza no es un problema para él, no obstante, un intenso aroma infesta sus fosas nasales, negándole cualquier tipo de movimiento pensado para quitarse al alfa de encima. Los penetrantes ojos del pecoso se oscurecen en algo que le es difícil comprender aún.

Katsuki toma la muñeca del menor con ambas manos, tratando con todas sus fuerzas de quitar el apretón en su mandíbula, pero su inútil intento sólo hace que una de sus muñecas sea apresada y fuertemenre pegada a los fríos casilleros.

—¿Tomaste una ducha en los baños? —Le pregunta amenazante el pecoso y tensa mucho más su mirada, pues no es consciente de que el cenizo pierde cada vez más las fuerzas de su cuerpo—. ¡¿Cerraste bien la puerta?!

Katsuki vocaliza lo primero que se le viene a la cabeza con basta dificultad, y es que no encuentra una razón para hacer de la situación algo entendible—: ¿Qué...?

¡Espérame, Kacchan! [DekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora