XIX: ¿Qué se siente?

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Algunos transeúntes observan a una distancia pertinente, lo suficiente para no ser afectados por la temerosa aura; Contrario a Katsuki, quien necesita apoyar una mano en la pared para no dejarse caer.

—D-Discúlpame... —el joven castaño se arrodilla por la presión ejercida. Mira suplicante al héroe verdoso, pero éste le indica con los ojos que no está satisfecho con aquella disculpa— Perdóname, héroe Dynamight...

La idea de poder rechazar la disculpa de un estúpido alfa deja de parecerle gratificante en el momento en que las fúricas notas en las feromonas de Izuku comienzan a intoxicarlo e invadir gran parte del transitado ambiente.

Katsuki observa a la atenta y pequeña multitud a su alrededor, y su cabeza no lo deja pensar en nada más que en los problemas que la situación conllevaría para Izuku y probablemente, para su carta de referencia laboral, pues el más alto, cegado por algo que le es ajeno comprender, vuelve a presionar otra zona del cuerpo del alfa de horrendos "piropos", obligándolo a bajar la cabeza.

Los ojos que han perdido el brillo en aquellas esmeraldas por la pigmentación de su ira, no hacen más que indicarle a Katsuki que ya no está buscando disculpas, puesto que su lógica le exige algo más que simple exculpación.

La furia atacando sin descanso su ecuanimidad le hace querer aplastar la cabeza que tiene sumida ante él, o quizá también, prensar aquél cuello con sus propias manos.

El vientre de Katsuki arde y lo siente contraerse; Sin embargo, su notorio quejido de dolor le es insignificante al pecoso, pues el creciente enojo se ha apoderado de gran parte de su razón.

La pesadez que ha creado en el ambiente no da señales de querer desaparecer, o al menos es de esa forma hasta que un fuerte golpe se siente a sus espaldas.

No puede evitar gruñir ante la molestia en su zona dorsal, pero lo que ve al dar la vuelta lo deja totalmente desconcertado.

La imagen del omega con los labios tiritando, las rubias cejas fruncidas con enojo, sus afilados ojos acumulados por lágrimas y su antebrazo cubriendo su vientre lo hace perder aún más el juicio.

Instintivamente, deja de lado lo que fuera que estuviera haciendo con un único objetivo: tranquilizar al cenizo que parece haber agotado todas sus fuerzas en aquella acertada opción para despertarlo.

Sus manos inquietas se posan sobre la húmeda y ardiente piel de sus mejillas, pero así como llegan a tocar la suave textura, una temblorosa y frenética mano las quita con toda la brusquedad que ese afectado cuerpo le permite.

Izuku lo observa confundido, y luego de oírlo soltar una maldición y verlo apretar con el brazo su abdomen, el mayor hace lo único que está acostumbrado por optar cuando cree que el mundo se le viene encima: huir.

Pronto, las miradas de aquellos quienes observaban curiosamente el encuentro entre ambos alfas, se centran en total desaprobación hacia el héroe que acaba de cruzar la esquina más cercana del lugar con rapidez.

Y el menor es tan tonto que lo ignora hasta el momento en que una mujer a cargo de una carriola —y probablemente, un cachorro dentro—, lo interroga con preocupación.

—Oh Dios, jovencito, ¿te encuentras bien?

Y aunque el reciente despertar de la ebriedad de su furia lo hace dudar y extrañarse por aquella sobradora pregunta, asiente.

Mira a sus costados en busca del cenizo entre las personas amontonadas al rededor, pero no da con una pizca de él en el lugar, y el no sentir siquiera una mínima de su aroma lo desespera tanto que su respiración se agita en un solo instante.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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