XVI: Lividez

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Las opiniones sobre los omegas siendo héroes radican en dos simples ramas: una que dice que no deben serlo porque tienen que dedicarse a la familia, y otra que dice que se ven sexys trabajando. Está claro a qué casta pertenece la segunda.

Tenía muchas más cosas de las que ocuparse antes de pensar en tener "una familia". Si le preguntaban, los insoportables cólicos eran un precio justo a pagar para no ser afectado por las feromonas de los alfas que quieren aprovecharse de él.

¿Se ha topado con estúpidos alfas cabeza de botón que han querido algo más que una simple foto y no han podido debido a las tabletas que toma? Sí. Ciertamente, esos fármacos lo habían salvado en muchas ocasiones, y venían con un posible plus: infertilidad.

Sin embargo y por más que intentó de alguna forma "arreglarse", sigue siendo débil ante las feromonas de Izuku. No, no sólo ante sus feromonas. Él era débil ante Izuku, y por mucho que le haya costado admitirlo, sabía que él no tenía la culpa. Era un alfa —después de todo—, pero no un simple y estúpido alfa como los que la vida tiene la mala costumbre de poner frente a él en las peores situaciones que puedan existir, no. Izuku era un alfa especial. Era especial en todo sentido, y era especial para él.

A lo largo de su capricho y terquedad, le ha quedado en claro que, incluso si él llegara a odiarlo, si sus intenciones sobrepasaran la delgada línea de lo "correcto" o incluso, si llegara a querer usarlo o dañarlo como le viniera en gana, Katsuki no se desgastaría en impedimento alguno, porque en el fondo, sabe que cedería ante cualquier cosa que Izuku le pidiera o le hiciera.

A veces, llega a preguntarse si alguna vez intentó realmente oponerse a él, pero prefiere no pensar en ello y dar por hecho que la razón por la que no puede evitar rendirse y querer entregarse es únicamente porque es un omega. El destino ya había decidido por él. Él era el omega de Izuku, y ni él mismo ni nadie podía cambiar eso.

Pero lo que sí puede hacer y sigue presente en sus manos, es mantenerse alejado de ese destino por el mayor tiempo posible.

O al menos, eran esas sus intenciones.

𖹭

Abre sus somnolientos ojos después de palpar la suavidad de las sábanas. Después de mucho, mucho tiempo, siente que ha dormido como es debido. Se recuesta en el respaldar de la cama, tratando de descifrar qué hora es por la posición del sol. Se siente confundido.

Busca su teléfono pero no lo encuentra en ningún lugar. Quita las sábanas de encima y se da cuenta que no está con su ropa de dormir, sino vistiendo únicamente con una camisa que claramente no es suya porque le queda grande, e inmediatamente, el aroma de dicha prenda bombardea su cabeza de escasos recuerdos de él antes de caer dormido.

Su rostro se llena de color y sus cejas se fruncen por las repentinas memorias que le caen en picada. Recuerda haber pasado por la farmacia a comprar sus tabletas para luego ser interceptado por su amiga. Recuerda haber discutido con ella en el baño, querer dirigirse hacia la planta baja e iniciar con su patrullaje.

«Izuku »es lo único que abarca su conciencia.

Corre hacia el espejo más cercano de su habitación. Lo primero que observa es unas cuantas manchas violáceas en su clavícula y pequeñas gotas de sangre en la manga derecha y cuello de la camisa que viste como si de un camisón se tratase. Está entrando en pánico. No recuerda nada después de su encuentro con él en las gradas.

¡Espérame, Kacchan! [DekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora