Katsuki nunca se había sentido tan culpable. Aún cuando quiso hablar dentro del incómodo silencio para tratar de disculparse, no podía. Creía que había perdido todo el derecho de dirigirle la palabra al dulce chico que había seguido adelante, mientras él se hundía cada vez más en su deplorable existir.
No habían soltado palabra alguna, permaneciendo dentro de ese tenso ambiente durante horas. Conocía la zona perfectamente y estaba seguro de que el pecoso también. ¿Por qué había mentido con no conocer el lugar entonces? Toda esa complicada situación lo estresaba como nunca algo lo había hecho.
Conforme avanza, sus pasos se sienten más pesados, y es cuando no haberle aceptado ese energizante a Kirishima le hace saber que erró. La debilidad en su cuerpo, el cansancio en sus párpados, el nerviosismo en su cabeza y el deprimente palpitar en su pecho lo atormentan en conjunto.
El sonido de las suelas chocando contra el piso ya no se escucha, pues acaba de confiarle al pecoso todos sus sentidos por si algo llega a ocurrir.
Qué buen supervisor.
De repente, dentro de su abstraído estado, un pequeño cuerpo choca contra su cadera. Sin pensarlo dos veces, gira y apunta a lo que fuera que se encontrara allí, percatándose después de que aquél bulto sólo se trata de un pequeño y asustadizo niño.
Katsuki no puede evitar sentir un cargo de conciencia recorrer toda la extensión de su ser, y es que, ¿qué clase de héroe le apunta a un niño?
—Y-Yo... Lo siento mucho... —habla dulcemente el infante de rizos acaramelados—. E-Estaba... Buscando a mi hermana, y yo- —comienza a soltar pequeñas lágrimas—. Creo... Que me perdí...
Es entonces que comienza a creer que los años lo han debilitado tanto física como emocionalmente, pues su corazón no sólo se siente destrozado por la indiferencia que el pecoso tiene con él; Ahora, su corazón está siendo pisoteado por la escena que tiene en frente. ¿Cómo un dulce niño camina solo por tal zona sin la supervisión de un adulto? Sin pensarlo siquiera, se agacha a la altura del pequeño, haciendo a éste mirarlo a través de aquellos ojitos cristalizados.
—¿Quieres decirme tu nombre? —pregunta de la forma más suave que puede entonar, otorgándole al menor la confianza que necesita para darle una respuesta.
Izuku, aún alerta pero algo confundido, observa en silencio la escena.
—T-Taksuma Sh-Shimano —dice, tratando de tomar aire para calmarse.
Katsuki se deshace de ternura al ver las mejillas del menor tomar color de repente.
—¿Taksuma entonces? —le pregunta, a lo que el pequeño niño reacciona agrandando sus ojitos de forma avergonzada.
—K-Katsuma... Katsuma Shimano... —corrige el pecoso infante, aún con rastros de su reciente llanto.
Aunque es persistente en ocultarlo, el lindo niño hace al corazón de Katsuki derretirse en blandura. Le recuerda tanto a Izuku de pequeño que siente ganas de tomarlo en brazos y llevárselo para que nadie pudiera lastimarlo. Quizá su lado omega se adueñó completamente de su corazón también, pues tras soltar una risita por las similitudes con el peliverde, se decide por cargar al dulce niño.
—Katsuma —nombra con suavidad para tranquilizar al menor— ¿Recuerdas dónde viste a tu hermana por última vez? —, a lo que el pequeño asiente, llevando una mano para frotar su ojo derecho y después apuntar el lugar con la otra.
Katsuki camina cargando al pequeño infante en dirección al sitio señalado, dejando al callado y serio peliverde atrás. La zona se encuentra vacía, no puede ver gente al rededor y el lugar al que el pequeño niño apunta parece estar igual.
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¡Espérame, Kacchan! [DekuBaku]
FanfictionKatsuki trata de desenvolverse en una sociedad en la que su casta es despreciada por sus superiores, pero sobre todo, por él. Su situación se complica aún más al verse afectado por la llegada de un molestoso pero adorable pecoso del que ya no se sie...