6

248 26 0
                                    


Capitulo Seis.

—————————



—————————



  LA PEQUEÑA Volturi vagaba por los lugares más recónditos de aquel extenso palacio en busca de una apacible soledad y armonía consigo misma. Necesitaba reunir todos aquellos pensamientos y desenredarlos; acomodarlos en su mente para formar una verdad, una razón que la haga actuar.

  Cuando la oscuridad invadió Volterra, la joven corrió entre el silencio palpable que habitaban aquellos anchos pasillos hasta encontrar la elevada Torre Norte, la cuál era la menos frecuentada por su familia.
  Largas escaleras con empinados escalones que parecían jamás tener un final se presentaron ante ella, y recogiendo con sus manos su delicado vestido, comenzó a avanzar a una velocidad indescriptible.

  Embargada en una desesperante angustia comenzó a dar cortos pasos de un lado hacia el otro en aquella redonda plataforma, formando círculos y frenando su intranquilo andar de vez en cuando para luego continuar en su ensimismamiento como si nada.

Guerrera más letal.

Guerrera más letal.

Guerrera más letal.

  Su mente transmitía insesablemente las feroces palabras que tiempo atrás habían escapado de los labios de aquella temible vampiresa.
  Se encontraba en un dilema que ponía en duda sus capacidades y no se refería a lo letal de su don, sino a la suficiencia que podía portar en cuanto a "lealtad" se trataba.

  Por muchas décadas había dejado gran parte de su dignidad sobre aquellas personas a las cuales consideraba familia, optando por siempre seguir sus órdenes y leyes sin ninguna queja de por medio ya que, la pequeña Volturi había sentido por primera vez en toda su existencia el "amor" que alguien le podía dar justamente en ese castillo, en los brazos de tales vampiros.

  Ella sabía que en muchas ocasiones el amor que tales inmortales le profesaban no era del todo sincero, pero también sabía que varios habían formado un gran lazo de familiaridad con ella, apoyándola incluso cuando no debían hacerlo, o mejor dicho cuando ella se creía no merecedora de tales actos.

  Ceñuda y con la mirada perdida, apoyó con brusquedad sus delicadas manos sobre el borde de la gran ventana que emanaba elegancia y distinción.

  Con profundo enojo veía como todas aquellas imágenes de su pasado atravesaban su estresada mente como si se trataran de estrellas fugaces.

  Podía sentir el miedo que aquel lugar le provocaba a su yo pequeña, a aquella que le temía a las penumbras del castillo italiano y la cual deseaba con profundo anhelo volver a los brazos de la bella mujer que la había rescatado de su horrible alojamiento, aquel que le causó tantas pesadillas a la hora de intentar dormir.

Princesa  || Carlisle Cullen   ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora