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Capitulo Once.

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   CADA MIRADA de parte de aquel vampiro se transformaba en un ensimismamiento constante para la vampiresa de apariencia juvenil, aquella que inspiraba poder y respeto a quien la viese por primera vez a pesar de su peculiar aspecto infantil.

  Para Dahlia era sumamente divertido y embriagante observar al rubio, quién siempre solía sonreír a escondidas de aquellas miradas, ignorando que el mismo sabía que la joven vampiresa lo asediaba incluso ahora, cuando ya no tenía la necesidad de hacerlo.

—¿Seguirás espiándome o tendré que ir hasta allí a besarte?

  Carlisle estaba sentado junto a su escritorio, en su oficina, lugar en dónde un ambiente suave y pulcro podía sentirse. Los papeles cubrían casi toda la mesa y miles de libros adornaban las estanterías de las paredes.
  Dahlia, oculta tras la puerta, sonrió más ampliamente cuando sintió entrar por sus oidos aquella angelical voz.
  Dando unos cortos pasos, la vampiresa atravesó la puerta de una vez por todas, observando como su compañero se relajaba en su asiento de oficina, mientras la miraba con una mezcla de diversión y ternura.

— Creo que tomaré ese riesgo — bromeó ella.

— Pues, me parece perfecto, linda— dijo él, para posteriormente caminar a velocidad vampírica y besarla tiernamente—... Pero sabes que ahora no tienes por qué espiarme— agregó, luego de separarse de sus labios.

— Lo sé... Hablando de eso...— comenzó ella.

—¿Qué sucede?— inquirió él.

— Lo mejor será mantenerme oculta, ¿Verdad?... No estamos en condiciones de una guerra con los Volturis. Mi intención no es generar ningún problema y más teniendo la boda de Edward tan cerca — se sinceró Dahlia.

— Eso no sucederá, no debes preocuparte por ellos ahora — dijo él — Estando conmigo, jamás podrán llevarte nuevamente a aquel lugar, lo prometo... No dejaré que vuelvas a pasar por eso otra vez.

  Sus ojos brillaban, analizando el rostro de su compañero como si quisiera ver más allá de sus palabras. Asintió con la cabeza y bajó la mirada al pecho del vampiro, para luego dejarse recostar en el, mientras el rubio la envolvía con sus fornidos brazos, como un nudo irrompible.
  Se dejó llevar, olfateando la dulce colonia que el inmortal portaba, y sintiendo aquella placentera sensación que la llenaba por completo al tenerlo cerca.

  Ella había dejado de ser una Volturi, eso lo sabía bien, pero había algo en su interior que incitaba a callar esos pensamientos, a anular cualquier rastro de aquellos vampiros ya que sabía que de pensarlos mucho, caería otra vez.

Princesa  || Carlisle Cullen   ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora