°★ ¿Puede el sometimiento y la avaricia apagar el alma de una niña?
°★ La oscuridad ocultaba muchos monstruos en aquel siniestro lugar, ella lo sabía ya que podía oír a las víctimas de estas inhumanas bestias sufrir ante sus daños y maldades.
°...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—————————
HEIDI VOLTURI se encontraba sentada refinadamente sobre la comodidad que le brindaba el colchón de la cama de la jovencita, mientras observaba cómo ésta caminaba de forma intranquila por la habitación, parándose de vez en cuando para recostarse sobre el marco de la ventana.
— Sabes mis sentimientos hacia él. — decía Dahlia — Por más que quiera me es imposible generar un cariño particular por ese vampiro.
— Lo se, linda —comenzó con ese tono suave y tranquilo que solo ella podía poseer—Es entendible tratándose del primero y también es razonable la forma en que intentas defender a todos...pero no sé si podamos seguir ocultando este secreto por tanto tiempo.
— ¿Por qué lo dices?— inquirió ella, cruzándose de brazos.
— Aro comienza a sospechar...
— Y en caso de que eso así fuera... ¿Por qué no hace nada?— cuestionó extrañada —Él sigue fingiendo de igual forma que el primer día.
— No lo hace porque no está dispuesto a dejarte ir, lo sabes.— comenzó ella — Él prefiere actuar antes que ceder a tu petición de abandonar el castillo.
— Pero, si me revelo ante él... ¿Tú crees que podría lograr algo?
— No sé si él aceptaría un duelo contra tí, linda — dijo con diversión pero a la vez con un toque de gracia que la hacía ver más espléndida.
Dahlia miró con una expresión confusa el rostro de su amiga, quién parecía disfrutar de sus pensamientos. En la mente de la pequeña Volturi una explosión se hizo presente cuando oyó decir tales palabras. Le resultaba casi ilógico que su rey actuara de dicha manera si ella amenazaba con una lucha ya que, independientemente de su profunda maldad y codicia, aquel hombre era muy respetado por Dahlia, siendo por mucho tiempo la figura de autoridad que ella creía necesitar.
—Él estaría tan asustado que ni siquiera podría verte a los ojos — retomó Heidi— Serias la única a quién le tendría temor— una pequeña risita malvada escapó de sus rojizos labios—... Pero aún así, tú no tienes eso en mente, nunca lo haz tenido ¿Por qué? — inquirió, cambiando su semblante a uno más serio.
Para los demás inmortales era sencillo pensar en escapar de aquel lugar al tener un don que les permitiera acabar con su oponente estando a metros de distancia, pero la Princesa Volturi no lo veía así. Su vida, de la forma en la que la estaba viviendo, llena de lujos y poder, era gracias a aquel ser de cabellera larga y oscura como la melena de un caballo, quién la había rescatado de su inhumano estilo de vida. Con el tiempo había adquirido un apego extraño por ese ser y es que, el mismo se había encargado de que así sea.
