PRÓLOGO.

1K 71 0
                                    

1670.

  La puerta fue abriéndose poco a poco siendo acompañada por un estridente ruido que demostraba su antigüedad, generando que la niña apriete con más fuerza el agarre en sus rodillas.
  La luz se hizo presente en la oscuridad plena de aquella habitación, dejándole ver la sombra esbelta de una mujer muy hermosa, quién se apresuró a caminar hacia la desolada jovencita oculta entre la unión de dos mohosas paredes.

  Con descontroladas lágrimas saliendo de sus cristalinos ojos se abalanzó hasta la mujer, siendo envuelta en un fuerte abrazo por parte de esta.

—Ya... ya... Todo ya pasó— habló con voz suave la mujer, dando varias palmadas sobre la espalda desnuda de la niña—...Te sacaré de aquí, pequeña—dijo, tomando con sus delgadas manos el rostro de la pelinegra, pudiendo observar las miles de saladas lágrimas que derramaba la niña.

—...Yo...Yo—balbuceó ella, intentando recomponerse.

—Ya lo sé... solo abrázame, no pienses en nada más —le dijo la mujer con sus brillantes ojos rojos cristalizados.

  La recién adolescente, se acurrucó entre la comodidad de los brazos de aquella mujer que la había estado frecuentando en un desolado callejón junto a aquel lugar.
  Lo que más impresionaba a la solitaria jovencita eran los intensos ojos rojos de la bella mujer. Su cabello color caoba resplandecía como miel, y sus delicadas facciones la volvían más atrayente.

  Luego de haber secado sus lágrimas en el costoso vestido de la misteriosa mujer, buscó su poca ropa, se vistió y tomó la delicada mano que ella le ofrecía.

—Súbete —habló mientras cubría su largo cabello con una larga y oscura capa —Saldremos por aquí, de lo contrario nos verán—su cabeza se inclinó señalando la sucia ventana que tenían a su derecha.

  Tomando impulso y cargando con el dolor de sus heridas, se subió a la espalda de la mujer, quién la sostuvo con fuerza para que no cayera.

  De un momento a otro la pequeña se encontraba con su desaliñado cabello sobre la cara debido al gran salto ejercido por la ágil mujer desde la ventana del tercer piso de aquel burdel.
  Frente a la tenue luz que emanaba de la calle junto a ellos, un hombre alto, con el cabello hasta los hombros y con apariencia siniestra apareció en aquel callejón.

—Lo has conseguido, mi niña—habló éste, ante lo cuál la mujer sonrió satisfactoriamente— Pero... ¿Qué tenemos aquí?—dijo con voz apacible al ver a la pequeña escondida tras el esbelto cuerpo de su súbdita —Hacía mucho tiempo que esperaba tenerte...—expresó, finalizando con la incertidumbre de no conocer el nombre de la joven.

—Dahlia...Dahlia Hughes—dijo tímidamente la adolescente mientras tomaba con sus pequeños dedos la capa de la mujer a su lado en busca de alguna protección.

—"Dahlia"... hermoso nombre —exclamó con un suspiro—... Pues ¿Sabes qué, pequeña Dahlia?... olvídate de tu apellido, porque ahora eres una Volturi.

Princesa  || Carlisle Cullen   ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora