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Capitulo Cuatro.

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  LOS INMORTALES, más la humana en cuestión, entraron en el sotisficado ascensor que los llevaría hasta la sala principal de aquel enorme castillo.

  La pequeña Volturi se relajaba al oír la dulce melodía de música clásica entrar por sus evolucionados oidos, ladeando la cabeza sutilmente. Intentaba alejar aquellos pensamientos que la incentivaban a abalanzarse sobre la humana y hacerse con el más dulce banquete que su paladar jamás en sus muchos años degustó.

  Notaba la mirada disimulada de la duendecillo a su lado, quién se encontraba asustada por la falta de control que poseían los inmortales en ese ascensor y más sabiendo que la sangre de dicha humana era casi irresistible.

  Todas sus extremidades se encontraban duras, petrificadas como si se tratara de una hermosa estatua, mientras observaba por momentos como la compañera de su hijo se apegaba a él en busca de protección.

  La menor de aquel sanguinario aquelarre había entendido que la muchacha estaba presa del pánico al estar rodeada de tantos asesinos. Además de observar que tal humana era realmente tímida, al igual que su hijo había descrito en todas aquellas cartas que llegaban sin escrúpulos a primera hora de la mañana, cada mes durante el año.

  La Cullen menor se acercó a ella cuando el ascensor frenó y comenzaron a avanzar en busca de aquella imponente puerta.
  Sutilmente la mayor entrelazó uno de sus dedos con uno de los pálidos de la joven vampiresa, haciendo que ésta le brinde una dulce sonrisa por tal acto.

  El sonido que provenía de las fuertes pisadas de aquella rubia inmortal generaba un martirio incesante para la Princesa Volturi, quién cansada de tales actos no paraba de bufar con irritación.

—¡Buon pomeriggio!

  Una impaciente voz femenina se escuchó en el inquietante eco de ese castillo cuando cruzaron el umbral que separaba la sala principal del ancho pasillo del cuál provenían. Los Volturi allí mantuvieron las cabezas en alto, ignorando a la codiciosa humana que intentaba llamar su atención.

—¿Es humana?— preguntó inquieta Bella.

—Sí.— respondió con simpleza el cobrizo,  quién la sujetaba de la mano con fuerza.

—¿Y lo sabe?— cuestionó respecto a la inmortalidad.

—Sí—volvió a asentir Edward.

—¿Entonces por qu...— Dahlia observó con una pequeña sonrisa como aquella inocente humana frenaba sus palabras tras razonar rápidamente —Quiere ser un vampiro — afirmó con asombro.

Princesa  || Carlisle Cullen   ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora