𝐀𝐭𝐚𝐯𝐢𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐢𝐧 𝐔𝐬 [𝐖𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫𝐢𝐧𝐞]

»Capítulo 13«

~B E V E R L Y~

Una semana después...

Todo había vuelto a la normalidad. Bueno, casi todo. Rogue, es decir, Anna Marie, volvió a la escuela y aceptó que, sin importar lo que las personas dijeran, era bienvenida. Yo estaba encantada de tenerla en mi clase, era sumamente talentosa con la pintura y sabía que podría ser un buen pasatiempo para ella.

Además de ello, el profesor Xavier pudo volver a despertar y Jean nos dio la noticia pronto. No obstante, no todo estaba bien, puesto que, aunque al principio creí que sólo sería un momento, en realidad Logan entró en coma tras estar demasiado tiempo abrazando a Rogue. Ahora mismo estaba en observación, en una camilla en el laboratorio.

Entré al laboratorio puesto que debía llevarle algunos productos que me pidió Jean y noté cómo la risa grave y una tos se alzaba en el aire. Sabía perfectamente de quién era, incluso tuve la impresión de que Jean sonreía como si estuviera mirando a Scott. Esa sonrisa de encanto, de cariño y fascinación. 

Oh, mierda, eso provocaría problemas.

Jean volteó a verme y su sonrisa se desvaneció de inmediato. Bajó la vista, después carraspeó y me saludó.

—Hola, Ever.

—Creí por un momento que habías perdido la cabeza —quise aligerar el momento con una broma y me acerqué con cuidado, divisando el rostro de Logan y notando que tenía los ojos abiertos—. Y hola de nuevo, Logan.

—¿Te parece grandioso verme despierto? 

—Vaya, aún después de estar en coma, no te detienes, ¿eh? —hago una pausa mientras veo a Jean y le entrego lo que me pidió—. Aquí está lo que me pediste. El profesor Charles te necesita también, sólo paso el aviso.

—Si, en un instante subo —me giré sobre mis talones y escuché su voz, agregando—. De hecho, ¿crees que puedas quedarte sólo un momento? Iré rápido.

Reí sarcásticamente, viéndola con una mirada de incredulidad, hasta que se me desvaneció ambas cosas.

—Oh, hablas en serio.

—Claro que lo hago —Jean ve por encima de su hombro y después se aproxima para susurrarme—. Por favor, sólo iré un momento. Necesito que lo cuides unos segundos, sólo es...observar su comportamiento y presión arterial.

—Bien, puedo hacer eso —me encojo de hombros y señalo el pasillo de entrada y salida—. Estaré bien, no te preocupes.

—Eres la mejor —sonríe unos instantes y después se aproxima hasta que me abraza. Eso me desequilibra un poco, incluso me quedo tensa—. Regreso en un momento.

Asiento un poco, después veo cómo se aleja y sus pasos retumbantes por los tacones se iban disipando mientras se iba apartando del laboratorio. Suspiro un poco. Realmente no sé cómo reaccionar a los abrazos, en serio, simplemente no estoy acostumbrada. Mi madre no fue muy cariñosa conmigo, pero mi padre a veces me decía lo preciosa que era y me abrazaba cuando lo necesitaba. 

Pero, en realidad, no era algo muy común en mi familia. Al ser una niña que fui criada por una sirvienta y una institutriz, sólo tuve sermones y en ocasiones buenos consejos algo inflexibles y ortodoxos. No me encantaba los ideales que tenían, pero al menos podía decir que me ayudaron a sobrevivir en una época como aquella.

—¿La lengua te la comió un ratón o qué?

Vuelvo de mi trance y me dispuse a ver al hombre que estaba en la camilla, sin camisa y que tenía dos tubos pequeños conectados a sus fosas nasales.