𝐀𝐭𝐚𝐯𝐢𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐢𝐧 𝐔𝐬 [𝐖𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫𝐢𝐧𝐞]

»Capítulo 9«

En la línea original, incluso, las cosas hubieran sido de un modo tan dramático. Como la llegada de Beverly Willemsen en el 95, justo conociendo a muchos mutantes jóvenes que comenzarían a crecer y a unirse al equipo. En la línea alterna y alterada, eso no cambió demasiado, pero sí el hecho de que la pelirroja conocía a muchos mutantes con los que luchó en el 73. 

Ahora bien, ¿qué pasó realmente con la línea original y la historia de Beverly? La clave estuvo en un viaje contra una amenaza algo pequeña que tenía Magneto en su intento de querer de nuevo fortalecer a mutantes escondidos entre los seres humanos. Al principio, por supuesto, la pelirroja no estaba enterada, sólo vivía en una pequeña casa a las afueras de Oregón, buscando el modo de vivir una vida normal y lo más lejos posible de la gente. Tenía una buena vida, algo solitaria, pero su cosecha y su pequeño invernadero había prosperado.

No obstante, un día sólo fue destruido por una extraña persona que gruñía y que peleaba contra un hombre que lanzaba un extraño rayo rojo que arrojaba de sus ojos (o donde debían estar porque tenía un extraño protector en forma de gafas) mientras una mujer de cabello rojo no tardaba en alzar la mano, arrojando al tipo en el aire, muy lejos del lugar. Eso hizo que Beverly se tuviera que entrometer y usara sus habilidades.

—¡¿Quiénes son ustedes?! —ninguno dijo nada, así que se vio en la obligación de crear un dragón alto, feroz que mostraba sus afilados dientes hacia las personas—. ¡Contesten!

Eso provocó que ambos tuvieran que ver cómo Storm aparecía, soltando una tormenta con relámpagos y se interpusiera en la mujer.

—No venimos a lastimarte —dice Storm, alzando sus manos, intentando disipar en el aire la tormenta que había provocado—. Sólo queremos intentar arreglar algo que se salió de control. ¿Cómo te llamas?

Beverly quiso defenderse, cubriéndose de sus propios miedos, pero no logró demasiado, sólo el hecho de que quería que le dijeran el por qué habían destruido lo que con demasiado trabajo había construido ella misma. 

Y entonces, sin perder mucho tiempo, Jean le habló.

—Puedes venir con nosotros.

—¿Qué? Jean, ¿perdiste la razón? —expuso Scott, pero Grey sólo se encogió de hombros.

—Ella puede hablar con el profesor.

—¿El...profesor? —preguntó Willemsen, algo perdida y confundida.

—Él puede ayudarte. Puedes venir con nosotros, nuestro avión está cerca —dijo Jean, tendiéndole una mano, sin miedo, dando algunos pasos hacia enfrente mientras el dragón gruñía.

Y antes de darse cuenta, ella ya estaba en el avión, observando el gran paisaje que se abría paso hasta que aterrizaron en una gran mansión, cubierta de césped alrededor, con una grandiosa vista, una gran cancha para jugar básquetbol y con varias actividades que se podían hacer con algunos jóvenes que las estaban haciendo en ese instante. 

—El profesor está desocupado. Ven, vamos —le dice Jean Grey, guiándola mientras bajaban del avión y se encaminaban para entrar a la mansión.

En cuanto entran, Beverly se tensa desde los pies a la cabeza. Se sentía algo aturdida por todos los ruidos, los movimientos y las personas que iban y venían por los largos pasillos. Había jóvenes, muchos de ellos, andando por ahí, corriendo y utilizando sus habilidades. ¿Era aceptado ahí? ¿Cómo es que ninguno de los demás lo señalaban como si fuera una escoria?

—¿Qué es este lugar?

—Es una escuela para mutantes.

—¿Mutantes? —pregunta Willemsen, observando el modo en que Jean la veía por encima del hombro con una sonrisa.