»Capítulo 14«

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2001. Westchester, Nueva York.

Las cosas, podrían decirse, estaban mejor por aquellos rumbos. Storm se había cortado el cabello, un estilo más juvenil (como lo había expresado ella), Bestia se había enfocado en enviar saludos, desde lejos, trabajando para el gobierno. El profesor Charles Xavier y la doctora Coraline Vannstone seguían haciéndose cargo de la escuela, además de prosperar como modelos a seguir para aquellos jóvenes mutantes que querían aceptar sus propias habilidades y poderes. Luego, Jean Grey y Scott Summers, unidos como siempre. Ellos eran la pareja que toda la escuela colocaba como un verdadero amor mutante. Siempre juntos, apoyándose y confiando en su pareja, además de ser parte del equipo más grande de mutante: los X-Men.

Y después de todas esas personas, estaba Beverly Willemsen, la extranjera que, sin lugar a dudas, era un misterio para muchos mutantes. No obstante, algo de lo que estaban seguros, es en su forma bondadosa y sarcástica que buscaba aconsejar a aquellos que tuvieran problemas.

Vivió guerras, problemas políticos, amorosos, sociales, cualquier cosa que se pudieran imaginar, sin decir si quiera la edad real que tenía, ya que, para ella, eso no era lo importante. Lo importante era poder hacer que las personas quisieran sobresalir y aceptarse con su mutación única.

—Tú tienes el poder de alzarte —le tomó el mentón al niño que lloraba debido a su extraña lengua morada y entonces observó el modo en que sus ojos inocentes buscaban desesperadamente a alguien en quien apoyarse— y mostrarles que eres excepcional. ¿Prometes que lo intentarás?

El niño asiente con la cabeza y la reacción de Beverly es secarle casi maternalmente las lágrimas hasta que lo abrazo con dulzura. Y mientras el joven mutante se alejaba para ir a su siguiente clase, despidiéndose con la mano de la profesora Willemsen, lo único que pensó la pelirroja fue en esa idea vaga que le venía de vez en cuando a la cabeza.

Sus ojos se mantienen en el suelo, con los brazos recargados en su escritorio y se pierde en sus recuerdos. No parpadea, ni siquiera mueve su pupila y lo único que hace es volver debido a la repentina llegada de Coraline entrando sorpresivamente. Retrocede hasta que el escritorio chirrea y después la doctora Vannstone alza los brazos, juguetonamente.

—Tranquila, soy yo. Parece que viste a un fantasma —bromea la mujer de la tercera edad.

—Sabes que odio cuando haces eso —se queja la pelirroja y sólo suspira hasta que se pasa la mano por los cabellos—. Creí que estarías dando clase.

—Lo hago, así que los dejé intentando implementar una forma de simplificar la explicación del cómo pude doblar el agua con un peine y electricidad estática —alza su mirada de la tabla que tenía en sus manos mientras explica eso y le dedica una sonrisa sin dientes—. Simple, ¿cierto? 

—Mejor déjame a mí los movimientos artísticos —comenta la neerlandesa y entonces ladea su cabeza, intrigada—. ¿Hay algo nuevo?

La mujer sólo alza sus cejas, apunta algo con su bolígrafo y se pasa la lengua por los labios.

—Si, eh, de hecho, hay noticias de Logan.

—Creí que jamás volvería —dice la pelirroja, uniendo sus cejas mientras siente un extraño golpe en su pecho. Quizá ansiedad, no le sorprendería.

—Bueno, Charles siempre cree en las personas. Y en él, más que a nadie, y debo decir, que lo apoyo.

—Coraline, tú siempre apoyarás a tu marido —manifiesta Beverly con una curveada sonrisa.

—Es algo que prometí en la boda —alza la mano, mostrando su dedo anular donde yacía su anillo de matrimonio y sacude sus dedos con cierta forma juguetona—. Haremos una reunión más tarde, me gustaría que estuvieras ahí.

𝐀𝐭𝐚𝐯𝐢𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐢𝐧 𝐔𝐬 [𝐖𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫𝐢𝐧𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora