-Ponte el vestido estampado, el rojo y blanco. Es elegante pero informal. Destacarás entre todos esos señoros vestidos de azul. Que se note el poderío.
Hice caso sin dudar al consejo que me había dado Fina al despedirse. Hubiera sido también mi elección, pero no dejaba de sorprenderme el conocimiento que la secretaria había demostrado de mi guardarropa.
La terminal de Barajas estaba tomada por la prensa. A lo lejos, divisé el perfil de mi hermano, que se había acercado también a ver la resolución del desastre. Tenía que adelantarme a él. Recurrí a uno de los trucos que me habían convertido en la dueña de las salas de espera: compré un billete barato a cualquier sitio para acceder a la zona de tránsito. En el proceso, comprobé que mi tarjeta de empresa estaba efectivamente bloqueada. Tendría que jugármela con mis propios fondos.
Tan pronto como vi a Elena, esta me hizo un gesto de que no me acercara. Con un testarazo, señaló la puerta de los aseos.
No era el peor sitio donde había cerrado un contrato.
Elena entró como un torbellino y me empujó hacia el cubículo de discapacitados. Cerró la puerta y me encaró. Nos miramos, desconfianza en los ojos oscuros de Elena, pura concentración en los míos. Su genio vivo nos había llevado a peleas en el pasado, pero ahora el enemigo era otro. El reto acabó en tablas cuando ambas nos buscamos en un abrazo.
-Ha sido horrible, Marta - bajé la tapa del retrete, pero rechazó el improvisado asiento.
-Quiero que sepas que tienes todo mi apoyo, y que estoy dispuesta a llegar a donde sea con tal de que tu nombre se limpie y Ortega quede como lo que es, un machirulo abusador. Vamos a ir a por todas.
-¿Qué dicen los abogados de la empresa? - la noté más aliviada, pero su pregunta me traspasó a mí la incertidumbre. No podía mentirle.
-Ya no trabajo para De la Reina Sports Management. Esta mañana he discutido con mi hermano y mi padre. Ellos pretendían obligarte a que cedieras.
-O sea, que es verdad. Me cago en la puta - se revolvió y estampó la palma de la mano contra la puerta metálica.
Sonó como un tiro, pero no fue eso lo que me produjo sudores fríos.
-¿A qué te refieres? ¿Ya lo sabías?
-Cuando estábamos casi aterrizando, a alguien le entró un mensaje directamente de tu padre. En plan, "por tu bien, di que no ha pasado nada". Básicamente, quería que participe en la celebración de esta noche con una sonrisa de oreja a oreja, y me reconcilie en público con Ortega durante ella.
-¿Quién? ¿Quién ha sido el cabrón que te ha presionado de esa forma? Porque para eso era el mensaje.
Elena me miró, más seria que nunca. Me estaba midiendo, y vi pena en sus grandes ojos oscuros.
-No importa. Lo que importa es que es cierto, ¿no? Tu familia se lava las manos y me deja con el culo al aire.
-Yo no te voy a dejar. Me he despedido justo por eso, porque estoy incondicionalmente contigo. Vamos a ganarle la partida a Ortega y a toda su manada - intenté transmitirle toda mi convicción y estreché fuertemente sus manos.
Ella lo agradeció con una sonrisa, pero las retiró.
-Te agradezco mucho tu apoyo, Marta. Sé que lo dices de verdad, de corazón. Pero ahora necesito un respaldo más potente. No puedo pelear yo sola.
-No estás sola, me tienes al cien por cien a tu lado, y he montado una empresa nueva - Fina y yo la vamos a montarla, pensé, - la gente se está movilizando en redes, cada vez somos más las que decimos "Elena, yo sí te creo".
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Amor y desafío / Mafin
FanfictionMarta de la Reina es una exitosa agente deportiva. Lo tiene todo en la vida, pero un día sufre una crisis existencial que lo pondrá todo patas arriba. Se enfrentará a su familia por mantener sus principios, pero en esa lucha desigual se verá sola...