iv | Regalo de paz

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AL CONTARIO DE LO QUE CREÍA ANOCHE, LA ESCUELA ES HORRIBLE. Sabía que no es el mejor lugar del mundo, sin embargo, no esperaba que la persona a cargo fuera tan descortés e irrespetuoso. El hombre no tiene ningún interés en ensañar y habla con voz monótona y vaga.

— Tú, la niña nueva. ¿Nombre?

— Victorie Kingsley, señor.

Sentada en la mesa con Rosetta, el profesor había notado mi presencia.

— Ah, al menos tiene modales. Sí, su hermano me habló de su falta —dio una examinada a sus alumnos—. ¿Y su hermano?

Me removí nerviosa.

— Enfermo. Lo he... contagiado.

— Bien—respondió con indiferencia—. Abran sus libros en la página treinta y dos, leeremos en alto a Johann Wolfgang, en su poema "El Pescador".

Vi que Anne murmurar con su compañera de mesa, Diana Barry. Hasta que fueron elegidas para leer. Diana mantenía una postura segura y voz temblorosa. Anne, estaba más relajada y expresó cada palabra con el deseo de su corazón, moviendo sus brazos y dándole énfasis a sus palabras.

Los demás se rieron de ella ante su pasión.

— ¡Siéntate! No es posible... Dios... Kingsley, continua.

Me levanté e ignoré las bulliciosas voces de mis compañeros, haciendo ecos de burla hacía Anne. Sentí miradas fijamente. No me gusta esta atención.

— "En salvajes y lejanas aguas debe trabajar, por una miseria que él siempre de pagar. Pocos corazones lo animan en su vida peligrosa y no hay nadie que lo ayude en las travesías tormentosas. Compañeros del mar y del viento silencioso, el solitario pescador debe seguir afanoso. Sin comodidad, esperanza y sin ningún camarada, repasa su vida y ve su última parada".

En el descanso, Anne comía sola fuera del salón. En un acuerdo silencioso, Rose y yo nos dirigimos a la artista para comer.

— Hola, Anne. ¿Te molesta que comamos contigo?

JUST YOU | Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora