4. Wonder (Kayla)

51 9 1
                                    


Fulmino con la mirada a la décima chica que me mira como si fuera un mono de feria y por lo menos esta tiene la decencia de parecer arrepentida. Sabía que la gente empezaría a hablar en el momento exacto en el que me vieron entrar por la puerta del instituto con Jeydon a mis espaldas, pero, tonta de mí, pensaba que por lo menos lo harían disimuladamente. Personas que no he visto en mi vida se han acercado a preguntarme qué es lo que hay entre el chico de rizos y yo y solo he podido encogerme de hombros porque sinceramente ni yo misma lo sé explicar. Al parecer no ha sido una respuesta de lo más inteligente, ya que ese pequeño gesto ha hecho que los rumores corran como la pólvora.

Me encamino hacia mi clase de Historia y un sentimiento de calma se asienta en la boca de mi estómago cuando recuerdo que esta es de las pocas clases que coincido con Sheila. Varias personas me miran mientras recorro la escasa distancia que hay entre mi taquilla y el aula donde se imparte la clase y trato de no prestarles mucha atención. Cuando estoy a punto de llegar a mi destino, un cuerpo de hombre bloquea mi camino, siendo un pecho musculoso que ni siquiera la camiseta que lleva puede ocultar lo único que veo en mi campo de visión. Mis ojos se alzan y cuando me doy cuenta de que es Geoffrey quien se interpone entre la puerta y yo, un gemido lleno de frustración escapa de mi garganta. No me puedo creer que el chico más estúpido de todo el instituto haya decidido dirigirme la palabra.

—¿Necesitas algo?—murmuro e intento imprimir en mi voz la máxima indiferencia posible.

Cuando sus labios se alzan en una sonrisa sé que la gilipollez que viene ahora no va a gustarme lo más mínimo.

—¿Te estás follando a Davies?—dice y contengo las ganas de pegarle un puñetazo que haga que todos los dientes de su boca le salgan por el culo.

—¿Tu vida sexual es tan triste que tienes que interesarte por la de los demás?—pregunto y noto como su sonrisa se desvanece poco a poco mientras va asimilando el golpe.

—¿Eso es un sí?—inquiere y una carcajada áspera hace que varias personas empiecen a prestarnos atención. Las siguientes palabras las dice lo suficientemente alto como para que todo el pasillo pueda escucharlas—. Joder con la mosquita muerta. Quien iba a decir que tú ibas a conseguir atar a uno de los chicos más solicitados del instituto. Tienes que ser verdaderamente buena en la cama.

La vergüenza quema en lo más hondo de mi pecho, pero me obligo a mantenerle la mirada. Las carcajadas no se hacen esperar y eso aumenta las ganas que corren por mi cuerpo de partirle la cara. Sin embargo, me obligo a mí misma a calmarme. Aunque no sirve de nada. Heredé el carácter de mi padre y yo mejor que nadie sé lo explosivo que puede llegar a ser. Así que esta vez, cuando la ira me recorre el cuerpo a una velocidad vertiginosa, le permito que lo haga.

—Que nadie quiera meterse en tu cama no te da derecho a interesarte por quien se mete en la mía. Tranquilo—digo dándole un par de palmaditas en el hombro. Me aseguro de subir el tono de voz para que todo el mundo me oiga cuando digo—, seguro que encuentras a alguien que no le importa que tu polla sea más corta que tu inteligencia.

Oigo varias exclamaciones y ni siquiera me molesto en registrar la expresión en el rostro de Geoffrey cuando entro a clase con un pasillo revolucionado detrás de mí. Rezo para que esto no me explote en la cara después.

Sheila ya está en su sitio escribiendo vívidamente en su libreta en el momento en el que me sitúo a su lado. Al notar mi presencia deja el objeto con demasiada fuerza y se gira para cogerme de los hombros y sacudirme. Sus uñas se clavan en la piel suave de mis hombros y tengo que reprimir una mueca de dolor.

—¡Yo a ti te mato!—grita y doy gracias porque aún queden un par de minutos para que toque el timbre—. ¿Me puedes explicar por qué he escuchado diez veces que tú y Jeydon estáis saliendo? Por Dios, si hasta te ha traído en su coche. ¿Se puede saber por qué no me has dicho nada de esto? ¿Por eso os estabais mirando ayer en la cafetería? Esta traición es más grave que cuando empezamos a ver una serie juntas y tú te terminaste la primera temporada sin mí.

La PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora