Por primera vez en mi vida, no sé qué decir. Por primera vez en mi vida, por más que intento formar una frase coherente, las palabras parecen haber desaparecido de mi vocabulario. Estoy nerviosa. Tanto, que mis manos han comenzado a temblar incontrolablemente, así que las introduzco en el bolsillo de mi sudadera para que la persona a mis espaldas sea incapaz de percibir mi nerviosismo.
—Puedes dormir aquí—digo y me aparto para que Jeydon sea capaz de ver la habitación de mi madre.
Sé que ofrecerle el cuarto de mi madre al chico del que estoy enamorada no es la mejor opción, pero la escasez de habitaciones me ha dejado sin alternativas. No pienso dormir con él en mi cama y menos voy a hacerle dormir en el sofá.
—¿Así que lo de no dormir contigo iba en serio?—pregunta cuando entra en la habitación y echa un vistazo rápido—. Eres cruel.
—Siempre puedes dormir en tu casa—mascullo desde la puerta mientras él sigue inspeccionando la estancia—. Estoy bien, no tienes porqué quedarte.
Me recorre el cuerpo entero con una mirada que no logro descifrar y observo como las comisuras de sus labios se alzan en una sonrisa. Mi nerviosismo aumenta con ese simple gesto.
—Esta habitación está bien—concluye y se da la vuelta para continuar con su escrutinio. Estoy a punto de despedirme cuando exclama—. ¡Oh Dios mío! ¿Esa eres tú? ¡No me jodas!
Mi mente parece ser incapaz de procesar sus palabras así que en su lugar fijo mis ojos en el lugar de la pared que está atrayendo toda su atención. En el momento en el que lo veo, las ganas de morirme me invaden por completo. Cuando veo que se está acercando para observar la foto colgada del muro mejor, corro todo lo rápido que mis piernas me permiten y prácticamente salto sobre su espalda.
Enredo las piernas a su cintura para no resbalarme e intento tapar sus ojos con la palma de mis manos. Jeydon pierde el equilibrio durante un corto momento debido a mi ataque gratuito y da un traspié hacia adelante para no caerse.
—¡No, por favor! ¡Jeydon!—chillo cuando sus dedos se cierran en torno a mis muñecas y las aparta sin la menor dificultad.
Deja escapar una pequeña risa cuando vuelve a observar la fotografía y yo no necesito mirarme a ningún espejo para saber que tengo las mejillas rojas por la vergüenza. Me maldigo por no haberla quitado antes de dejarle entrar.
—¿Sé puede saber a qué dibujo animado le robaste las gafas? Y dime, por favor, que eso no son brackets de colores.
La diversión es tal en su voz que parte de la vergüenza desaparece cuando percibo la sonrisa que está pintada en sus labios. Reúno el valor necesario y, una vez que me veo capacitada, miro la que probablemente sea mi peor foto de la historia.
Las escandalosas gafas redondas son lo primero que percibo. Son tan grandes que casi me llegan a la mitad de las mejillas. Los brackets coloridos hace que mi sonrisa se vea extraña y que parezca que tengo trozos de comida entre unos dientes un poco torcido. La coleta en la que está recogida mi pelo está desecha y desordenada en todos los sentidos posibles. Las pequeñas marcas de acné adornan todo mi rostro y el disfraz de mago para el día de carnaval del colegio se pega a mi cuerpo de manera extraña. A mi lado Sheila parece una maldita modelo. También tiene la coleta un poco despeinada y con la frente repleta de granos, pero aun así su belleza resulta evidente. A pesar de que la foto es bastante antigua, la vergüenza vuelve a golpearme con fuerza y me invaden unas ganas irrefrenables de salir del cuarto. En este momento, me siento más expuesta que nunca.
—¿Vas a pegarme si te digo que ahora mismo estás mucho más guapa?—pregunta y gira el rostro para mirarme.
Si le sorprende que nuestras caras queden separadas por apenas un par de centímetros, no lo demuestra. Yo, en su lugar, cojo aire con fuerza y abro los ojos. Mi mirada viaja desde las distintas tonalidades de verde que hay en sus iris hasta los pequeños lunares que tiene a un lado de la mandíbula. Sus manos siguen sosteniendo con fuerza mis muñecas impidiéndome moverme de la posición en la que me encuentro.
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La Propuesta
RomanceKayla lleva toda la vida enamorada de Jeydon Davies. Y, durante todo ese tiempo, ha llegado a comprender que sus sentimientos jamás van a ser correspondidos porque Jeydon está enamorado de su mejor amiga. Sin embargo, cuando este le ofrece una propu...