Por un momento, se me olvida completamente como respirar. Por un instante, todo a mi alrededor comienza a dar vueltas mareándome en el proceso. Por un segundo, creo que voy a vomitar delante de Jeydon. Es imposible que lo sepa, ¿verdad? ¿VERDAD? La única persona consciente de mi enamoramiento es Sheila, pero estoy muy segura de que ella no ha dicho nada. ¿Y si se ha dado cuenta? ¿Y si es cierto que soy como un libro abierto? ¿Y si siempre lo ha sabido y está jugando conmigo? Las preguntas revolotean a mi alrededor impidiendo que sea capaz de formular un pensamiento coherente.
—¿Qué?—pregunto, porque siento que es lo máximo que puedo decir.
—Me has oído perfectamente—dice para, acto seguido, acercarse un poco más y colocar ambos brazos en el coche a mi espalda, acorralándome completamente.
—Y-yo—respondo e intento componer en mi mente una frase que tenga sentido. Su risa me lo impide y tengo que apartar la mirada de sus labios para poder controlarme. En su lugar, miro el centro de su camiseta.
—T-tú—me imita y quiero golpearlo por provocarme tantas emociones con tan poco.
—Si quisieras conquistarme tendrías que dejar de penetrarme con la mirada. Puede llegar a ser muy incómodo por si no te habías dado cuenta.
—Lo siento Kay-Kay, pero mi mente solo se ha quedado con lo de penetrar...
—Y hay algo que se llama espacio personal—continúo, ignorando su comentario—. No me apetece estar todo el día oliendo tu aliento, gracias.
—¿Estas segura?—susurra y cuando su mano traza el contorno de mi clavícula tengo que agarrarme a la manilla de la puerta para no perder el equilibrio. Su boca se entierra en mi cuello y cierro los ojos esperando el toque de sus labios en esa zona de mi cuerpo. Un toque que nunca llega. En su lugar siento su respiración en el momento en el que deja salir una pequeña risa. Es en ese momento cuando decide dar un paso hacia atrás y tengo que reprimir el impulso que siento en lo más hondo de mi cuerpo de agarrarlo por la camiseta y volver a pegarlo a mí.
Me tomo unos segundos para volver a respirar con normalidad. Mi corazón late desbocado contra mi pecho y me siento como si acabase de correr una maratón. Obligo a mis pulmones a coger aire con más fuerza, pero a pesar de mis intentos, sigo sintiéndome como si estuviese ahogándome. Jeydon saca el móvil del bolsillo trasero de sus pantalones y se lo coloca en la oreja como si estuviese hablando con alguien por teléfono.
—Hola, me gustaría pedir una ambulancia. Estoy con una chica que está sufriendo un ataque al corazón.
La rabia se cuela en mi interior, remplazando el sofoco. Me siento tan estúpida por haberle dejado acercarse tanto que tengo que apretar los dientes para no golpearle con todas mis fuerzas hasta borrarle la sonrisa engreída.
—Vamos Kay-Kay, era solo una broma—dice y veo como sus ojos se muestran arrepentidos cuando se percata que yo no me estoy riendo.
Pero el enfado es tan grande que eso no consigue ablandarme.
Ni siquiera estoy completamente enfadada con él. Estoy cabreada conmigo misma también. Le ha costado apenas un par de segundos tenerme a su merced a pesar de que hace un par de horas me había prometido que no iba a dejar que volviese a suceder algo así. Lo miro y me fijo en que no luce afectado por nuestro acercamiento en absoluto, mientras que yo siento que me falta oxígeno. Y más que ira siento dolor. Porque siempre encuentra una forma de recordarme que él no siente lo mismo. Que no valgo la pena.
—Que yo sepa, una broma tiene que hacer gracia—farfullo y me aferro al cabreo lo mejor que puedo. No quiero sentir lástima—. Abre el coche.
—Oye, lo siento, no quería...
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La Propuesta
RomanceKayla lleva toda la vida enamorada de Jeydon Davies. Y, durante todo ese tiempo, ha llegado a comprender que sus sentimientos jamás van a ser correspondidos porque Jeydon está enamorado de su mejor amiga. Sin embargo, cuando este le ofrece una propu...