—Definitivamente el azul—musito tras examinar los dos vestidos que Sheila sostiene en cada mano—. Te hace unas curvas que pondrían celosa hasta a la mismísima Kim Kardashian.
Sheila asiente varias veces, como si decidir qué vestido meter en la maleta abierta a su lado fuese algo de vida o muerte. Cuando está a punto de doblar la prenda de ropa y acomodarla entre las demás, se gira hacia su cama donde me encuentro tumbada y una mueca de indecisión cruza su cara.
—Pero el blanco deja al descubierto casi toda mi espalda. Y es más corto que el azul. Voy a meter este mejor—dice y se agacha frente a la maleta antes de volver a centrar su atención en mí—. ¿Sabes qué? Voy a meter los dos. Que le den.
Aparto los ojos del cubo de Rubik con el que estoy jugando y me incorporo para poder mirarle en una posición más cómoda sin sentir que mi cuello se está rompiendo.
—Sheila, es una escapada de apenas dos días. Deja de preocuparte tanto por la ropa—suplico y su bufido hace que mis labios se alcen en una sonrisa.
—Para ti es fácil decirlo. Jeydon ya es tu novio y le va a dar igual que te vistas con una maldita bolsa de basura. Pero yo aún tengo que captar la atención de Axel. Necesito estar presentable—farfulla y tengo que poner todos mis esfuerzos en intentar entender sus palabras porque tiene medio cuerpo metido en el armario y no se le escucha con claridad.
Me rio cuando pienso en lo equivocada que está, pero no le corrijo. Ahora que veo a Sheila tan preocupada por qué ponerse, me pregunto si igual tendría que haber metido algún conjunto más bonito que los diferentes vaqueros y sudaderas que me he cogido. Miro mi maleta junto a la puerta y un sentimiento de arrepentimiento me recorre. Sacudo la cabeza para quitármelo de encima y me digo que, de todas formas, los chicos van a pasar a recogernos en una hora y que no me da tiempo a volver a casa y rehacer mi maleta.
—Tú estás guapa hasta con un saco de patatas—digo y le observo correr por su habitación y meter todo tipo de objetos en un neceser.
—Cariño, esa eres más bien tú—rebate y no puedo evitar poner los ojos en blanco ante esa mentira. Pero por la mirada seria que me lanza, sé que verdaderamente lo piensa.
—¿Debería llevarme dos cepillos de dientes? Igual uno se me rompe. O lo pierdo.
—¿Cuándo en tu vida se te ha roto un cepillo de dientes?—. Su silencio es respuesta suficiente—. Pues eso. Aunque siempre puedes pedirle a Axel que te deje el suyo.
El cojín que me lanza impacta de lleno contra mi cara y por poco no me deja ciega en el proceso. Lo cojo y lo pongo bajo mi cabeza, para utilizarlo de almohada.
—Como si no estuvieras deseándolo.
—Cállate—sisea y comienza a meter más prendas de ropa.
—¿Ha pasado algo entre vosotros dos que tenga que saber?—pregunto y me incorporo para poder observarla bien.
—Solo hemos estado hablando—responde y su voz está cargada de felicidad mal disimulada.
—Mejor, no quería ser tía aún—. Vuelvo a tumbarme.
—Es que con él siento que puedo hablar de cualquier cosa—continua y dejo el cubo de Rubik a un lado para que sepa que tiene toda mi atención—. Jamás pensé que fuese a hablar así con él. Y mucho menos que íbamos a entendernos tan bien.
—¿Tanto habéis estado hablando?—murmuro y me maldigo por haber permitido que Jeydon se convirtiera en el centro de mi mundo y haber dejado de prestar atención a mi mejor amiga.
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La Propuesta
RomanceKayla lleva toda la vida enamorada de Jeydon Davies. Y, durante todo ese tiempo, ha llegado a comprender que sus sentimientos jamás van a ser correspondidos porque Jeydon está enamorado de su mejor amiga. Sin embargo, cuando este le ofrece una propu...