Nota final.

60 8 1
                                    

«Qué soy. Qué fui. A quien le importó mi huida. Ni siquiera me importó a mi.

Pero tengo que dejar una última palabra sobre la mesa, antes de echarme hacia atrás y recoger mis cosas.

Y si tuviera que ser tan sólo una palabra, sería "Gracias".

Gracias, mamá; gracias, papá; gracias por aguantar cada día de desesperación junto a un hijo que perdió la cordura al ver a una niña de trece años pasar por la acera de enfrente. Por cuidar de mi, más de lo que cualquier padre habría hecho por alguien como yo.
Os pido que seáis duros como la piedra, y fuertes. Más fuertes de lo que yo fui ante aquel espejismo de la niña más bonita del mundo.

Gracias, Karoline. A pesar de que fueras inexistente, a pesar de que me costara comprender por qué, tú seguías siendo tú y yo seguía siendo yo y el mundo podía dar mil vueltas en un día que jamás iba a dejar que te marcharas de nuevo sin un último adiós. Y aquí estoy yo,
dejando
mi último
y gran
adiós.»

Cartas a KarolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora