Creo que no había cosa más dura,
que vivir con la esperanza de que tus ojos,
cristalinos, rotos como el cristal, y más fríos que del hielo,
dejaran un mínimo rastro de calidez.
Fui un ignorante, al no darme cuenta de que el frío,
también quema.
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Cartas a Karoline
RomanceTan fría que quemaba. Tan rota, que cortaba. Sí, Karol, hablo de ti.