3.

145 15 1
                                    

Recuerdo esas noches en vela, cuando lo único que nos cubría eran nuestras sábanas,

lo único que nos alumbraba, eran tus ojos.

Tus preciosos ojos azules, azules como el mar.

El mar, aquel que vivía atrapado en tus ojos, con sus olas, que caían por tus mejillas y rompían en tus labios.

Tus preciosos labios, color cereza, que tanto me gustaba saborear,

ver,

sentir.

Tus labios, sabor a miel. Nunca conocí cosa más tentadora.

Y tu piel.

Karol, mi Karol.

No había cosa más delicada,

preciosa,

que tu piel.

Blanca, como la nieve.

Fina.

Suave.

Ojalá, ojalá vuelvas, o simplemente te quedes.

No pido mucho tiempo.

Solo un infinito.

Uno largo, uno corto.

Uno.

Cartas a KarolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora